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PANCARTA

¿Tiro de gracia a la partidocracia?

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Raúl Pérez Peña (BACHO)Santo Domingo

La cúpula ofi cialista celebra con rumba abierta para baile SU “barrida” electoral, en pos de SU Congreso, SUS alcaldes, SUS jueces y SUS regidores, mientras al Presidente de la JCE no le interesa aclarar el caos, ni cómo salir de esa selva, aunque confía que seguirá en el cargo, en los dominicanos crece la incertidumbre sobre la dimensión de la burla, la desfachatez con las urnas y el desenlace que pueda tener este tiro de gracia a la partidocracia ya en crisis progresiva.

Según los diccionarios, tiro de gracia es el “tiro que se da a una persona o animal ya herido de gravedad”.

Diccionarios y enciclopedias son abundantes en defi niciones sobre la “partidocracia”. De ahí nuestra inhibición para no entrar en detalles o defi niciones polémicas, prefi riendo citar el referente de los partidos protagónicos luego del ajusticiamiento de Trujillo en 1961.

Mínimo desde 1966, la política en nuestro país fue convertida en politiquería. Los partidos “mayoritarios”, controlados por tejidos grupales politiqueros, se trazaban llegar al poder con desmedidas pretensiones y rutas de enriquecimiento ilícito.

Con la pauta del PRSC, se sumaron el PRD y el PLD. Ya previo al año 2000 integraban una trilogía del uso pervertido de los recursos públicos.

La corrupción y la impunidad matizaron el quehacer de las cúpulas gubernamentales y de las siglas politiqueras dominantes.

La puja por las posiciones electivas motivaron un salto en las bellaquerías y los peajes para lograr candidaturas.

Con cuatro períodos gubernamentales, el PLD tiene acopiadas una amplia gama de malas artes politiqueras, diseños y trucos de corrupción individuales y colectivos.

Desbordado tráfi co de infl uencias, camufl ados y sofi sticados embelecos para importaciones sin fronteras, permisos y credenciales protectoras, asociaciones no de bienhechores, formatos de entidades licenciosas favoreciendo testaferros con pantallas o tintorerías de recursos emanados de la corrupción política.

Agregue las “altas cortes” para blindar personajes, rebotar querellas y engavetar expedientes. En la arena política, los pactos de corbatas azules, pañuelos blancos y guantes desechables dan para volúmenes de historias moradas.

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