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Oppenheimer, la película

Oppenheimer

Oppenheimer

"Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos". Las antiquísimas palabras del Bhagavad-gītā que acudieron a la mente JR Robert Oppenheimer, el hombre conocido como el padre de la bomba atómica, en el instante en que el mundo cambió para siempre con la primera detonación nuclear, conocida como la Prueba Trinity, llevada a cabo en el desierto de Jornada del Muerto, cerca de Alamogordo, Nuevo México, Estados Unidos, el 16 de julio de 1945. Este momento de espeluznante realidad se revive de manera magistral en "Oppenheimer", la obra cumbre del realizador británico Christopher Nolan. Un monumental tour de force cinematográfico que exige ser vivido en la pantalla más grandiosa e inundado por el sonido más ensordecedor. Tal como lo experimenté ayer, bajo la curvatura del domo inmersivo del IMAX de Discovery Place donde, les confieso, esas tres horas pasaron como un suspiro arrebatado por el viento radioactivo. Esta grandiosa superproducción trasciende el mero relato histórico. No sólo nos invita a emprender un viaje épico a través del tiempo, siguiendo los pasos de un Prometeo moderno que se atrevió a desafiar los límites de lo concebible para traer a la humanidad el temido fuego nuclear. Además, es una potente épica que relata con crudeza el dilema ético que acechaba al atormentado genio físico teórico. Como cruel golpe del destino, emigrante judío alemán, llevando sobre sus hombros el lastre insostenible de las repercusiones irreversibles de su Proyecto Manhattan, y la posterior persecución incesante que experimentó a manos del gobierno norteamericano. Este biopic es una conmovedora incursión sociopolítica y psicológica que desafía los clichés y nos guía hacia uno de los finales más inolvidables en la historia del cine. Su elenco es deslumbrante, una alineación de estrellas sin precedentes. Desde la actuación desgarradora y perfecta de Cillian Murphy, que trae a la vida al torturado Oppenheimer; pasando por luminarias como Emily Blunt, Matt Damon, Kenneth Branagh, Gary Oldman y Rami Malek hasta llegar a un sobresaliente Robert Downey Jr., cuyo retrato trascendental del infame Lewis Strauss, podría, y debería, llevarse un Óscar. Esta obra maestra, brillantemente escrita y dirigida por Nolan, está construida sobre las impecables imágenes del director de fotografía Hoyte van Hoytema, el diseño de sonido de Richard King que vibra en cada célula, la polifonía arrolladora del compositor Ludwig Göransson y el montaje de Jennifer Lame, que teje la historia de manera impresionante. Juntos, han creado no solo una película, sino una experiencia grandiosa, emocionante y a la vez delicadamente íntima. Un hito del cine que, sin duda, perdurará a través del tiempo.

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