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Literatura

Ajonjolí, de Francisco Morales Santos

Hecho de aire

entre pinos y rocas

brota el poema.

-Octavio Paz

El poemario para niños titulado Ajonjolí, del escritor guatemalteco Francisco Morales Santos, es tan peculiar como la semilla a la que hace referencia.

Un total de veintiocho textos breves están dedicados a temas cotidianos de la vida y el entorno, cosas que pudiéramos dar por sentadas, como la madrugada, las hojas secas, una tierna avecilla y hasta la hora del baño pero que, vistas desde la perspectiva del autor, muestran trascendencia y belleza.

Sus versos son un obsequio que sale del corazón:

“Mi corazón es un fruto.

Un nido es mi corazón.

Pájaro es…

También es fuego

y panal”.

Nuestro autor muestra gran sensibilidad en el uso de imágenes cuando dice:

“Por el río pasó el viento.

Lo sé por sus manos mojadas…

y los recuerdos del agua

que me trajo a regalar”.

Sus poemas, como saliendo del cielo, “van en el aire, bañándose en azul”. En ellos, es el cisne el que duerme a la luna y “moviendo las aguas le acuna”. Francisco Morales Santos nos dice que es posible pintar desde allá arriba. Es un creador que “inventa el mar” y, como el viento, “idea juegos de niños…soplando fuerte”.

Su estilo es el de una poesía clara y limpia, sin sacrificar la profundidad. Sus versos son como lluvia fresca para el lector, cuya “pupila sueña y el sueño se hace agua”, al recibirlos.

El poemario Ajonjolí es una invitación a dejar que estos sueños crezcan, tanto, que ya “ni en la cabeza podrán caber”.