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RESEÑA

“Diosas de la yuca” de Marianela Medrano

Por Víctor Bidó

En esta ocasión tenemos el libro Diosas de la Yuca de la autoría de Marianela Medrano. Dominicana que vive en la diáspora desde los años 90. Su propuesta es interesante porque su búsqueda por los caminos de una identidad que se remonta a los cimientos de nuestros aborígenes: La mitología taina. Pero no como una experiencia vital, sino desde la historia y el mito. Se auxilia de los textos o fragmentos del Diario de Colón y los Cronistas de India que, a su vez, le sirven de epígrafes a los poemas. El poemario está dividido en diferentes partes. La primera, Crónicas, está dedicada a la formación de la cosmogonía Taina. Atabey, por ejemplo, divinidad femenina de los tainos, pueblo extinto de origen arahuaco que ocupó una gran parte del archipiélago de Las Antillas, ribeño del mar Caribe. Atabey era el principio femenino del mundo, y fue madre de Yocahú el principal dios de los tainos que, entre otros atributos, era la divinidad de la yuca. La concepción de Yucahú en Atabey se radicalizó sin mediación de ninguna potencia masculina, por lo que Yucahú no tuvo padre y Atabey es el principio de los demás. Además de ser diosa Madre, Atabey fue divinidad de la luna, el mar, fertilidad y el nacimiento. Lo que supone un orden regido por lo femenino. No hay una concepción biológica. La misma se ve sujeta a un principio mítico, cultural y mágico, ajeno al mundo hoy. Por eso la poetisa nos habla de dos mundos:

Dos mundos

en uno

hay palmeras altas

mecidas por un viento huracanado

y raíces que se profundizan

mientras más el viento arrecia

en el otro

hay paredes blancas

esperando el trazo milagroso del grafitti

para pintarnos en el silencio del destierro.

(Pág.15)

Dos mundos. El tiempo místico de los tainos y el nuestro (el de la ciudad). Ella no dice al respecto cuál es el mejor o el optativo. Obviamente, esta concepción deja un rastro de un posible deseo, pero este mundo es fantasmal. Son voces que se impregnan en el aire, las aguas, el lodo. El mundo… Cacibajagua de donde salen todas las criaturas. Ese mundo no parte de un posible nacimiento, no, es a partir de la muerte sobre la cual se rige este mundo de fantasmas y voces desplegadas por un ritmo envolvente. Recordáis el nacimiento de la madre y la hija simultáneamente deben entrar en la muerte. En qué mundo ha de nacer: en una especie de Hades. Del misterio ajeno a este mundo cibernético. Nuestra Marianela Medrano acusa una emblemática búsqueda en lo cimiento de una cultura que no dejó una huella vital más profunda, sin embargo, pertenece, quiérase o no forma parte de nuestro mestizaje. No sé si las voces alcancen nuestros sueños, nuestras esperanzas cuando el progreso ha dejado un sabor amargo y un burdo fracaso sin un futuro, cierto, pero si jugamos al eterno retorno no sería una suerte de imágenes sucesivas más provisorias que el progreso. Y no hablaré del feminismo, un término que encierra una problemática de nunca acabar.

Por lo pronto, es un excelente libro poético. La poeta mantiene su ritmo en todo el libro. No hay un desvío o un salto. Además los versos están trabajo con destreza y conciencia. Un hermoso libro sobre una propuesta, irreal o fantástico, sin embargo, no deja de ser una búsqueda de nuestra identidad desde una perspectiva diferente.

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