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Cine

Una estética en blanco y negro

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Ángel Alonso DolzGijón, Asturias

Para muchos analistas, el Cine Negro fue lo mejor de la cinematografía estadounidense en toda su historia, por la conjunción entre sus valores en términos de realización, pero también por sus cualidades en la dirección y las actuaciones.

No es lo mismo una manifestación artística –Pintura, Escultura, Música, Cine…- que un género, ya que dentro de cada una de las anteriores está presente esa diferenciación. Tampoco puede hablarse de “estilo” o “tendencia” sin vincular tales conceptos a cada una de las categorías artísticas.

Los “estilos” están definidos por un punto de vista estético comprendido en cada manifestación artística. En términos cinematográficos, un debate que lleva décadas sobre el tapete es si el denominado Cine Negro es un género, o tan solo una cualidad estilística.

Acerca de este asunto la más reconocida autoridad es el historiador estadounidense Paul W. Schroeder, profesor emérito de la Universidad de Illinois, y renombrado teórico con cuatro libros y decenas de artículos publicados, que han sido fuente indispensable para analistas y críticos de todas partes del mundo, interesados en particular por el concepto de Cine Negro.

Pero Schroeder no es tan solo un individuo delante de la pantalla, sino también un exitoso guionista y director, que ha reforzado su respetable acervo con el ejercicio de la práctica.

En su filmografía como realizador tiene en su haber una veintena de películas, en la mayoría de las cuales ha sido autor del guión. Por solo mencionar algunas tenemos “American Gigoló” (1980); “Mishima” (1985); “Touch” (1997) y la más reciente: “Como perros salvajes” del año 2016.

En cuanto al Cine Negro, uno de sus más sobrios artículos –no por ello carente de objetividad- es “Notes on Film Noir”, publicado en 1972 por la revista Film Comment y traducido en España por Gonzalo M. Pavés y Juan José Cruz Hernández; un material de consulta muy apropiado para quien se interese por adentrarse en los entresijos de una forma de hacer cine, que logró aunar los contenidos y la forma hasta llegar a la polémica de si es, o no, un género dentro del Séptimo Arte.

La síntesis del Cine Negro es la interacción entre los ambientes y las cualidades de los personajes.

La atmósfera del Cine Negro es deprimente, triste, desoladora, los interiores siempre sórdidos, apenas iluminados con haces de luz diagonales y altos contrastes. Los exteriores son casi siempre entornos urbanos nocturnos, con las calles mojadas por la lluvia.

Los personajes sufren de fatalismo, depresión, a veces una maldad más adquirida por golpes de la vida que espontánea, en un contexto idóneo para el detective privado, el policía frustrado, el gangster sin escrúpulos y sin dudas la hermosa mujer fatal.

En cualquier arte, los creadores beben de las fuentes que les precedieron, están sometidos a influencias y cuando asumen el derrotero a seguir lo hacen con una mochila cargada, muchas veces con lastre; en el Cine Negro está presente el enfoque de cámaras y la incidencia de luces que tienen su raíz en el Expresionismo alemán; detrás de un investigador privado que fuma y bebe wisky con los pies encima de su mesa de trabajo, está “El Gabinete del Doctor Caligari” y se hace sentir la presencia de maestros como Murnau, Fritz Lang, y otros realizadores europeos que sentaron precedentes en las primeras décadas del pasado siglo.

Y los argumentos, el guión… ¿Dónde aparecen las raíces…?

El filme “Negro” no se circunscribe al crimen; está presente en el melodrama, así como en la conjunción de ambas temáticas, a partir de conceptos establecidos por la novela “noir” francesa, definida por Raymond Chandler como “hard boiled”. Este novelista como también sus colegas Dashiell Hammett y Carroll J. Daly, fueron la máxima expresión en un género de literatura policial, cuya esencia responde a plenitud con los principios de forma y esencia del Cine Negro al que mucho aportan en aspectos argumentales.

El entorno de una sociedad frustrada, los Estados Unidos de los años de la II Guerra Mundial y la posguerra, fue caldo de cultivo para que el estilo “noir” alcanzara no solo al libro, también a la pantalla, con temas y ambientes depresivos capaces de provocar la identificación de la obra con lectores y espectadores. Filmes como “El Halcón Maltés” (1941) o “Laura” (1944) son evidentes ejemplos, aún cuando abordan géneros y temas muy diferentes, corroborando así que el Cine Negro no responde a un patrón argumental cerrado.

“Double Indemnity” (Perdición), realizada en 1944 por Billy Wilder con guión de éste y Raymond Chandler, a dos manos sobre la novela de James M. Cain, ha sido reconocida como la película más significativa del Cine Negro de todos los tiempos; la mejor escrita y filmada de aquella etapa. Obtuvo siete nominaciones en los Oscar de 1944 y dos nominaciones del Círculo de críticos de Nueva York de ese año.

Sus inicios y su apogeo se producen en la década de los años cuarenta, y comienza a disiparse a principios de los cincuenta del Siglo XX, de la mano de figuras memorables como los realizadores Robert Siodmak, Franz Waxman, Otto Preminger, Billy Wilder, Fred Zinnemann y otros.

Para muchos analistas el Cine Negro fue lo mejor de la cinematografía estadounidense en toda su historia, por la conjunción entre sus valores en términos de realización, pero también por sus cualidades en la dirección y las actuaciones.

A partir de aquel estilo, algunas películas se han acercado algo a su espíritu, pero es algo muy difícil de lograr a plenitud, sobre todo porque un factor determinante de aquellos filmes es el soporte que le es intrínseco: el blanco y negro.

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