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CULTURA

Balance de feria del libro de Madrid 2018

Por Fausto A. Leonardo Henríquez

La participación de la República Dominicana en la Feria del Libro de Madrid 2018 ha sido tan importante a nivel cultural y literario que puede ser considerada como el primer paso del ser humano en la luna. Esta afirmación se puede entender y aceptar más fácilmente si aclaramos un poco. Piénsese, que en más de tres cuartos de siglo que lleva de existencia dicha feria es la primera vez que nuestro país planta su tienda en medio del parque El Retiro, el corazón ecológico de Madrid, que es donde se lleva a cabo año tras año el macro evento.

Las cosas no vienen de cero, naturalmente. En el año 2016 un grupo de escritores residentes en España, animados intelectual y organizativamente por Daniel Tejada y Alejandro Arvelo, con no pocas dificultades y muchas ganas de difundir las obras de los escritores y escritoras criollos residentes en Europa, lograron asociarse a Panamá para presentar y mostrar su quiosco las obras de autores dominicanos. Es de agradecer la fineza del hermano país caribeño. Pero el hambre de difundir con más amplitud el tesoro de la literatura dominicana, la más clásica y la más contemporánea, era cuestión de tiempo.

Seguramente ya nos habremos hecho la pregunta, ¿pero por qué tardamos tanto en hacernos presentes en la feria libro más importante de Iberoamérica? ¿A quién habría que pedirle responsabilidades? Pero eso lo dejamos para otro momento. Por ahora cuento lo que personalmente vi y viví durante cinco días en la feria.

Otra razón de por qué la República Dominicana ha dado un paso de gigante es que, como país, contamos con la asistencia de autores tan importantes del parnaso dominicano que sería una necedad negar que sus nombres hacen grande la pequeña Quisqueya allá donde van. Piénsese que asistieron seis Premios Nacional de Literatura. Destacan los nombres del historiador Rafael Moya Pons (sí, el que todos leímos cuando estudiamos Historia Dominicana), Tony Raful, Manuel García Arévalo, José Alcántara, Ángela Hernández, Mateo Morrison, José Acosta, Jochy Herrera, José Mármol. Y, por otro, Miguel Reyes Sánchez, Virginia Rea Escobal, Kianny Antigua, Rita Indiana, Minerva del Risco, Frank Báez, entre muchos otros que van haciendo su obra. En las Termópilas se ganó la batalla, astuta e inteligentemente, con menos nombres. Algo se puede aprender para vencer las dificultades y ganar el espacio que nos corresponde en Iberoamérica.

El pabellón de la República Dominicana se distinguía por tres símbolos reconocibles: en un lado, una bella y luminosa fachada dorada de un inmueble de la zona colonial, en otro lado, una espléndida imagen de Duarte y, en un tercer lado, Pedro Henríquez Ureña. En ese pequeño territorio dominicano, se respiraba a todas horas un ambiente cálido, amistoso y distendido. Los libros hablaban solos.

Los diferentes Premios Nacional de Literatura interactuaban con los asistentes con sencillez, cercanía y complicidad. Ejemplo de esto es el anécdota contado por Frank Moya Pons. Según él, muchos le consideran maestro de generaciones. A tal propósito contó que un día fue al dentista y resultó que, al dar su nombre, la chica que le atendió le preguntó inocentemente que si era familia de célebre historiador dominicano Moya Pons, a lo que él le respondió, con sentido del humor, “sí, él es mi papá”. Y ella exclamó: “Ay, yo pensé que él había muerto”.

La programación del espacio cultural de la República Dominicana en la 77 Feria del Libro de Madrid 2018 fue trabajada a conciencia. Todos los días se recordaba a un escritor o escritora dominicano con una breve leyenda destacando sus cualidades principales. Durante dos semanas, en horarios tanto de la mañana como de la tarde, se sucedían con notable asistencia de público la presentación y firmas de libros, actividades especiales como conferencias y lectura de cuento para niños.

En la actualidad, numerosos escritores de origen dominicano residen en España y el resto de Europa. Cabe señalar que desde hace más de diez años Acudebi, la principal y más pujante asociación cultural apolítica de promoción de la cultura dominicana en el continente europeo, viene realizando múltiples actividades de gran nivel, a saber: taller literario, seminarios de creación, publicación de la revista Bitácora, conferencias, publicación de obras literarias y antologías, recitales, encuentros, etc.

Arriba dije que era cuestión de tiempo que la literatura dominicana empezara a circular en España. Esta tendencia debió iniciar en 1952 cuando Antonio Fernández Spencer ganó con su obra Bajo la luz del día el prestigioso premio de poesía Adonais. La obra fue publicada en 1953, pero no se volvió, al parecer, a publicar en España. Da la impresión de que los grandes escritores y escritoras nacionales se han quedado encerrados, siendo universales —“como un ciclón en una botella”— en la insularidad, para mí la enfermedad que impide abrirnos a otros horizontes y experiencias. Hasta donde alcanzan mis conocimientos solo el poeta José Mármol publica en la selecta colección de poesía Visor, (Lenguaje de mar, 2012) cosa que celebramos, pero podrían ser más autores dominicanos.

Hay retos por delante: el intercambio con escritores españoles en futuras ferias del libro, colocar en las grandes firmas editoriales las mejores obras nacionales en todos sus géneros, fomentar el intercambio entre escritores españoles y dominicanos, y de otras nacionalidades, establecer un premio para estimular a los creadores de la diáspora criolla en Europa, poner en marcha una casa de la cultura dominicana, crear una suerte de comisionado de cultura, establecer una colección de autores dominicanos en Europa, crear una revista selecta cultural anual, etc.

Para concluir es fundamental destacar que el Embajador dominicano en Madrid, Olivo A. Rodríguez Huertas, el protagonista número uno, junto a Daniel Tejada como presidente de Acudebi, de la realización del programa cultural diseñado para la feria. Creo, honestamente, que pasará a la historia de la cultura dominicana por haber abierto y facilitado el camino a que numerosos escritores y escritoras dominicanos, entre ellos los prominentes intelectuales y escritores arriba mencionados, para que vengan a la Feria del Libro de Madrid. A mi juicio, el Embajador ha tenido amplitud de miras, gusto por las letras y generosidad pecuniaria, ¡por qué no decirlo si la verdad no se puede ocultar cuando es tan evidente! Tal vez para el año 2019 se implica el jefe del gobierno y el Ministerio de Cultura para hacer de la marca RD una sigla que nos haga sentir y vibrar de orgullo.

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