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Libros

“Apunte de lápíz”, de René Rodríguez Soriano.

La contemplación es una manera de penetrar el mundo más allá de su circunstancia banal desde el flujo incesante de lo efímero. Contemplado desde la prístina conciencia estética, ejerce un continuo renacer del tiempo perdido, pues todo tiempo refugiado en la ausencia se escancia en la memoria, sin embargo, ésta la devuelve trastocada, más que por la objetividad, por la subjetividad.

Apunte de Lápiz me sugiere un boceto de lo ido fulgido por la esperanza y el amor sin que se pierda lo imaginado vivencial. Este poemario de René me sorprende porque saca a relucir al narrador que es y al contemplador que adereza sus sentimientos con claridad provisoria hasta darnos un retrato maravilloso de los años irrecuperables. Es como si estuviéramos ante un lienzo diamantino.

Sus versos reverberan melódicamente mensurables. Nos habla de sus amados personajes, de su niñez de encantamiento y, a la vez, de una sencilla evocación como se observa en el poema “Retrato de Mamá”

Cada vez que me mira,

ve que la miro,

envejeciendo de este lado

mientras ella cada vez rejuvenece

en mi recuerdo.

La evocación no describe a la madre, sino que, al mirarla y ella a la vez mirarle, hay un cambio de tiempo: El real y el recobrado. Este último permanece intacto o, por el contrario, rejuvenece. ¿Por qué? Dos razones: El amor y el tiempo primaveral. Característica en el poemario es la no descripción de los personajes sino mostrar una epifanía. En “El Retrato a Papá” está configurado, no en el personaje en sí, sino su sonrisa que remite al acto jubiloso, en este caso, el haberlo dejado nadar.

Apunte de Lápiz es una especie de albor de la ternura que se transfigura en un canto ceremonial muy íntimo y, a la vez, de una sosegada fascinación. Eso se ha de esperar de este poeta de gran trayectoria literaria, con muchos premios en su aval. Él tiene una peculiar manera de involucrar al lector en su mundo aguzando una sensibilidad que se erige como un vuelo aleatorio.

Este libro se publicó en el 2007, sin embargo, uno palpa que no ha envejecido. Por el contrario, salta como un delfín a la diana de los nuevos lectores conservando una frescura inusual.

Conozco a René hace muchos años. Cuando José Alejandro Peña, José Ignacio y yo publicamos nuestros primeros libros, allá en 1986, mucho después de la puesta en circulación, René nos invitó a una entrevista que luego publicó en el periódico, no recuerdo en cuál. Fue un gesto de solidaridad y presentación que valoro con mucho afecto y cariño. He usado este medio para expresarle mi gratitud como posdata a este Apunte de Lápiz de René Rodríguez Soriano. ¡Salud!

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