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Cine

Arte y Panfleto

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Ángel Alonso DolzAsturias, España

La esencia del Cine es su diversidad, la multiplicidad de enfoques, de asuntos, porque es un arte donde lo comercial y lo cultural a veces se integran en una obra atractiva, entretenida y nutritiva para el espíritu, en tanto en otras se deslinda lo truculento de lo intelectual.

Y ello, sin dudas, lejos de ser un defecto, es una virtud que permite elegir a cada cual lo que le interesa ver y conocer; porque una cinematografía cerrada donde se prioriza el mensaje que pretende imponer alguna élite de poder, termina por ser un subproducto que hace perder el presupuesto invertido sin obtener el beneficio de la penetración en la psiquis de los espectadores.

Por ese camino transita el cine panfletario.

Mas, cuando se logra la integración del mensaje ideológico dentro de un contenedor de índole espectacular –y por qué no, a veces cultural- es menester reconocer que se ha alcanzado un éxito.

En la Historia del Cine existen ejemplos de ese fenómeno de simbiósis panfleto-espectáculo-cultura, que han trascendido; hoy cualquiera que se interese por el conocimiento del cine como arte puede descubrir, comprender, asimilar, valorar… -¿Y por qué no también disfrutar?- de filmes concebidos para penetrar con más o menos sutileza en los espectadores.

Podríamos tener en cuenta cintas como la estadounidense “Nacimiento de una Nación” (1915), de David W. Griffith y también una obra trascendental realizada en 1925 por el director ruso Serguéi Eisenstein: “El Acorazado Potemkin.”

¿Qué pretendió Griffith transmitir con su película?

Ante todo “Nacimiento de una Nación” fue una revelación en cuanto al enorme potencial del cinematógrafo para alcanzar definitivamente la categoría de Arte.

Griffith asimila cuanto se había hecho para la pantalla hasta entonces, y es magistral en la introducción de aportes como la alternancia entre diferentes planos (primeros, medios, generales…) y la aplicación de movimientos de cámara; ésta deja de estar fija como punto de observación del espectador para desplazarse dentro de la escena.

Esta cinta fue un hito; a partir de su producción los realizadores cambiaron su modo de llevar a la pantalla un argumento.

El contenido panfletario de “Nacimiento de una Nación” reside en su racismo, en la óptica para representar al individuo de raza negra,y en particular la defensa a ultranza del entonces naciente Ku Kux Klan.

El filme penetró en las mentes más débiles de tal modo, que tras su estreno tuvo lugar una serie de agresiones a ciudadanos afronorteamericanos por parte de pandillas de blancos, contrarrestadas por múltiples manifestaciones de negros en varias ciudades importantes de Estados Unidos.

He ahí un ejemplo inestimable de cómo el arte y la ideología pueden coexistir, y en tanto lo primero resulta relevante, lo segundo se destaca como un veneno que se vende en un estuche elegante.

En otro sentido, Serguei Eisenstein llevó a la pantalla una derivación cinematográfica del cine panfletario: “El Acorazado Potemkin”.

“El Acorazado…” –como sucede a menudo en el terreno del Arte- asimila logros de sus predecesores, entre otros de David W. Griffith; lo que podemos definir como “estética” del filme presente en la obra de Eisenstein, tuvo su antecedente en “Nacimiento de una Nación”, no solo en lo formal sino también en el aspecto conceptual, aunque en esto último su tendencia es opuesta y positiva.

Eisenstein alcanzó la cima por sus aportes en la técnica del montaje, pero la trascendencia de “El Acorazado Potemkin” se alcanza por la manera en que se transmite el mensaje.

El argumento de la cinta se basa en hechos reales, ocurridos en los últimos tiempos del zarismo en Rusia (1905) y con un tratamiento artístico sin precedentes; alcanza su objetivo principal, que es el protagonismo de las masas, rebeladas contra la opresión a partir del detonante del levantamiento de la tripulación del acorazado.

De tal magnitud llegó a ser este filme (a día de hoy fuente de estudio en escuelas de Cine) que Adolf Hitler ordenó a su ideólogo y experto en comunicación Joseph Goebbels, el rodaje de una película capaz de penetrar en las emociones de los alemanes, un filme que fuera “el Potemkin nazi”, ya que la obra de Eisenstein tenía tal eficacia para convencer, que era capaz de convertir a cualquiera en bolchevique.

Por supuesto, “Nacimiento de una Nación” logró trascender por su lenguaje cinematográfico y un mensaje negativo, en tanto “El Acorazado Potemkin” logró superarla en todos los aspectos. Lo que nunca Hitler pudo alcanzar y llevar a la pantalla es una película con las cualidades suficientes para alcanzar un lugar cimero junto a sus predecesoras.

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