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SÉPTIMO ARTE

De Lang a Herzog: películas para conocer la evolución del cine alemán

Tomado de la página Guddi

Reneé Michel

Desde la primera mitad del siglo XX, y ante la sobrecogedora competencia económica de un Hollywood empecinado con la producción masiva de contenido, las películas alemanas han resaltado no solo por su integridad artística, sino también por su esmero por expandir los límites narrativos y tecnológicos del arte audiovisual.

Si todavía no has incursionado en esta filmografía (o quieres conocer más opciones), te ofrecemos una lista de seis películas que tienen tres puntos en común: no son de consumo masivo, provienen del país germano y tienen una reconocida calidad técnica y/o argumental. Aquí está nuestra lista de recomendaciones:

N. º 1: El estudiante de Praga (Galeen, 1926)

El estudiante de Praga presenta la historia de Balduin (Conrad Veidt), un estudiante universitario caído en desgracia que es celebrado como diestro esgrimista por sus pares. Agobiado por su pobreza, este hace un pacto con el diablo, el cual se le presenta en la forma de un hombre llamado Scapinelli (Werner Krauss), a cambio de la promesa de riqueza y un matrimonio con una afluente aristócrata.

La cinta muda del expresionismo alemán resalta por la implementación de efectos especiales y edición, para simular independencia entre el movimiento del protagonista y su reflejo, así como la notable habilidad de Veidt por plasmar un dramático rango de emociones en su rostro.

N. º 2: M (Lang, 1931)

En M, un asesino serial de niñas causa paranoia entre la población de Berlín. Después de meses de una investigación policial que no parece rendir frutos, y un saldo de víctimas en aumento, los líderes del crimen organizado en la ciudad se deciden a planear su captura por cuenta propia.

El drama atemporal de Fritz Lang es pionero en la implementación de diálogos grabados y recursos narrativos de una influencia aún tangible en el cine contemporáneo. Además, desde los primeros segundos de cinta resulta impresionante la aplicación de intrincados movimientos de cámara, indudablemente sofisticados para la época.

N. º 3: El matrimonio de María Braun (Werner Fassbinder, 1979)

Este drama de Fassbinder introduce a Maria (Hanna Schygulla), una recién casada cuyo esposo es enviado al campo de batalla en el contexto del ocaso de la Segunda Guerra Mundial. Sin noticias de este, y habiéndose resignado al prospecto de su muerte, la joven inicia una relación con un soldado estadounidense.

El largometraje es un retrato de la posguerra alemana que no siempre se toma en serio, ni rehúye a ambiguos recursos cómicos que en determinadas ocasiones se apetecen fuera de lugar. Aunque innegable la presencia de prejuicios en su narrativa, el filme encuentra su fuerte en una trama tan impredecible y maleable como el compás moral de su protagonista.

N. º 4: Berlin Calling (Stöhr, 2008)

Después de una psicosis inducida por el consumo de éxtasis contaminado, el DJ alemán Ickarus (Paul Kalkbrenner) es internado en una clínica psiquiátrica, suceso que provoca tensión entre el productor, su novia y la disquera que lo representa, en tanto las últimas están convencidas de la renuencia del músico a rehabilitarse.

El largometraje de Hannes Stöhr se caracteriza por una estructura circular que emula los altibajos psíquicos de su protagonista, víctima de impredecibles episodios esquizofrénicos y adicto a los estimulantes, a medida que se esfuerza por terminar su último álbum.

N. º 5: Victoria (Schipper, 2015)

Rodada en una sola toma continua, grabada en las calles de Berlín durante una madrugada de abril de 2014, el drama cargado de acción dirigido por Sebastian Schipper representa un verdadero logro técnico.

Victoria relata la historia de una aspirante a pianista y estudiante española del mismo nombre, que reside en Alemania. Después de una noche en un club, esta se involucra con un carismático grupo de cuatro jóvenes, quienes inesperadamente la reclutan para el robo de un banco.

N. º 6: Happy People: A Year in the Taiga (Vasyukov y Herzog, 2010)

El documental de Werner Herzog y Dmitry Vasyukov no solo sigue la labor durante un año de diferentes cazadores de pieles en Bakhtia, una diminuta comunidad localizada en el corazón de la Siberia rusa alejada de la civilización, sino que además revela sus anécdotas y filosofía de vida.

La cinta se constituye como un apacible homenaje a la naturaleza y el sentido de autosuficiencia, escaso en una sociedad globalizada, que caracteriza a una población impulsada por un agudo sentido de supervivencia.

Así, pues, los anteriores filmes dan muestra de la increíble versatilidad del cine alemán, al encarnar temáticas variadas y sin rehuir a tonos oscuros. Abordaje intrépido y quizá no más que un derivado de la tumultuosa historia de una Alemania que, devastada tras dos guerras mundiales, no tuvo opción alterna a la reinvención, aquella compulsión a crear a pesar de las circunstancias.

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