Las memorias de Miguel Guerrero

Me gusta su estilo directo, sin tapujos. Lo aprendió de sus maestros: Rafael Herrera y Germán Emilio Ornes. Miguel Guerrero, al igual que sus compañeros de oficio Miguel Franjul, Virgilio Alcántara, María Ugarte y Manuel Severino, entre muchos otros que laboraron con él en El Caribe y Listín Diario. Llama al pan, pan y al vino, vino. Esa sinceridad profesional no le viene desde ahora. Desde hace 50 años, Miguel Guerrero escogió el sacerdocio de la palabra. No teme decir lo que piensa. Ha sido un triunfador. Ha recorrido el mundo poniendo en alto el nombre de la República Dominicana donde quiera que ha llegado su voz. Lo ha hecho con altura. Miguel Guerrero no ha sido un periodista fácil que como agua se amolda a un determinado tipo de envase. Siempre busca la confrontación porque cree que solo de ella nacerá el germen de la verdad y el respeto mutuo.

Miguel Guerrero acaba de publicar su libro de memorias “Vivir en libertad. Trayectoria de un ejercicio periodístico”. Un tomo que no solo retrata una época, sino una conducta profesional. Un tomo de obligada lectura. Estamos frente a un libro de historia y a la vez, de periodismo. Miguel Guerrero le ha dado la vuelta al mundo, pluma en ristre. Ha representado al país en infinidad de eventos y ha desempeñado cargos en prestigiosos organismos mundiales. Y aquí se narran. Quien escribe no se propuso acudir a la ciencia literaria, sino a la técnica del reportaje. En otras palabras, desechó la forma de escritura con matices preciosistas para concentrarse en la narrativa que él sabe hacer con maestría: el periodismo. Más que la crónica epocal, este libro respira vida. Y honestidad en no pocos casos. Solo basta leer el pie a su foto con Fidel Castro (guardaespaldas incluido) para saber la raigambre y la valentía de Guerrero: “En Sao Paulo, Brasil, en ocasión de la inauguración del palacio del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), durante la Tercera Cumbre Iberoamericana a la que asistí como miembro de la delegación oficial dominicana.