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Artes visuales

Un viaje en el mundo de Inés Tolentino

Lo que podemos constatar cuando vemos esta exhibición de Inés de Tolentino es una propensión del dibujo que se encuentra en la gran mayoría de las obras expuestas.

Es interesante subrayarlo porque existe una tradición en el país de dar más importancia a la pintura que al dibujo a pesar de tener numerosos grandes dibujantes como Yoryi Morel, Domingo Liz, Amable Sterling, Gerard Ellis o Juan Carlos Reyes, entre otros.

El dibujo es la base de todo. Sin dibujo no hay construcción arquitectónica de la obra y menos todavía desconstrucción si tomamos el caso de la abstracción. Entonces, saber dibujar y bien dibujar es una base necesaria pero no suficiente para desarrollar un lenguaje artístico que va a permitir convertir una simple hoja de papel en una obra de arte. Cuando vemos el conjunto de trabajos expuestos, la primera sensación es descubrir el gran dominio del dibujo con una muy buena calidad del trazo. Inés Tolentino tiene una línea firme, un trazo preciso fruto de mucha experiencia. Se nota en particular en las siluetas que aparecen en su producción. Ellas parecen moverse en la superficie de la hoja del papel.

Podemos decir que es un artista lineal en la aceptación de Heinrich Wölfflin porque las masas están dentro de límites formados por la línea. Ante todo, la línea es el eje central de su estilo, y todos los otros elementos la siguen y se aprovechan de ella para participar en el proceso de realización de la obra. Por otra parte, en sus paisajes, gracias al efecto que produce el carboncillo, la artista logra efectos borrosos de ramas de una gran sutilidad que dan no solamente una gran profundidad, sino también una especie de misterio, y en este caso el efecto es más pictórico que lineal.

Un elemento original: el papel de calcar

En varios trabajos, la artista usa el papel de calcar que viene encima del dibujo para dar un efecto muy distinto de lo “normal”. Las obras se aprecian a través de un prisma que revela la obra de un punto morfológico dejando los detalles fuera de la observación. Es una visión entera en el sentido que el ojo busca en la totalidad del papel reconstruir las formas plasmadas en la obra porque el papel de calcar no permite ver los detalles.

Hay que notar que la artista hizo algunos hoyos a veces en este papel para mostrar de manera evidente el papel del fondo.

Inés Tolentino juega con nuestra mirada para que seamos parte casi íntima de la reconstrucción mental de la imagen. En filosofía se distingue dos grandes tipos de imágenes: la mental y la perceptiva. La primera es una representación cerebral memorizada o imaginada construida fuera de toda percepción visual directa y la segunda es una imagen fruto de una estimulación visual. Es decir que la segunda corresponde a todas las obras de arte entre otras imágenes. Pero, en el caso de los dibujos de Inés, la “obra-imagen” parcialmente tapada permite al cerebro actuar no en base a algo puramente visual sino fruto también de una imaginación. No se trata de una simple reconstrucción mental, embarca lo que los filósofos llaman la actividad “imagineante*” que es la actividad de formar todo tipo de imágenes con o sin estimulación visual. Con sus obras que se dejan ver pero no totalmente, la artista pone sus dibujos más allá de las imágenes perceptivas porque entran en el mundo de las imágenes mentales.

La escritura y los elementos agregados

En una gran cantidad de obras, la artista se sirve o de las letras o de elementos variados (telas, botones dorados etc.) para construir su mundo. Un detalle importante es que lo que ella agrega, en sus obras, es frecuentemente elementos ligados a interiores, es decir un mundo más intimista.

La escritura, en su caso, juega un papel de lectura en el sentido primero de la palabra y no un papel puramente artístico. Sabemos que ella es una gran ilustradora y hay que buscar de ese lado su relación a la presencia de palabras en sus obras. Por ejemplo, en el dibujo “quizás” vemos una cama vacía en el pleno centro de la hoja y abajo la palabra “quizás” que viene a aportar un elemento significativo al dibujo. Las letras al lápiz grafito, a pesar de ser de un buen tamaño, no se ven inmediatamente para mantener un cierto misterio cuando a la presencia de la cama.

Por otra parte, los elementos agregados no interactúan de la misma manera que la escritura porque son muy visibles y captan de manera casi instantánea la mirada del espectador. La mayoría tiene un vínculo con las mujeres siendo elementos ligados al maquillaje y la moda. Estos elementos compiten con el trazo lineal tanto en el campo del color como en el campo de la textura. Hay gran oposición entre el dibujo en sí muy preciso, muy sutil que revela el contorno de las mujeres, que dibuja las siluetas y los elementos agregados como por ejemplo las telas figurando una falda que el viento levanta, los botones dorados brillantes o las pequeñas cosas de un rojo intenso pegadas a las uñas figurando el barniz.

El movimiento de los cuerpos y los elementos agregados nos llevan a un erotismo sugerido a veces o afirmado en otras obras, un erotismo vestido de una cierta despreocupación. Es uno de los componentes del mundo de Inés Tolentino que nos transporta, con mucha facilidad, de sus interiores íntimos a sus exteriores llenos de la contemplación de la artista por la naturaleza.

No se puede perder la oportunidad de entrar en su mundo y de viajar gracias a los efectos que producen las obras, no solamente a través de nuestra mirada, sino también de nuestra propia precepción. Las exhibiciones basadas en el dibujo son muy poco frecuentes, mucho menos con este nivel de calidad. Eso constituye otra razón para disfrutar la exposición de Inés Tolentino en la galería de la Alianza Francesa.

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