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“Mis Voces al Este” de Raque Salas

Probablemente debo iniciar esta reseña destacando la sensibilidad de nuestra poeta como si pudiéramos hacer poesía sin esta cualidad esencial para hundirnos en el vórtice de la existencia. Cada bardo despierta en un mundo de sensaciones que escarban los aspectos irreconocibles para los demás. Los sentimientos se elevan en el alma, pero no sabemos cómo funcionan en cada quien, en tal sentido, por la palabra la hacemos inteligible. La cuestión es cómo debe operar hasta convertirnos en testigos y cómplices. Tendrá la inmediata referencia en la experiencia y en la sensibilidad del lector. En esta dialéctica se resalta la posible comunión y trascendencia de lo expresado.

Mis Voces al Este de Raquel Salas se plantean una búsqueda interior que, más que hurgar, restaña una vivencia, un sentimiento y una desilusión. La poeta desea despojarse de tales emociones. Fondo y forma son una unidad que sólo podemos separar violentando su manifestación. Paz escribió que solo las formas significan. Real. Lo existente presenta una forma. En el caso de la poesía, las formas son presencias y significan. En los primeros frutos se observan sin la prestancia del oficio, después, las construcciones se palpan como herramientas para una verdadera expresión de la existencia y la belleza.

La existencia es, en este poemario, un vuelo. El vuelo no es importante por el trayecto, sino por el proyecto que representa el hombre en sí. Las voces dan cuenta de los azares y logros. Al leer a Raquel Salas siento que no se ha configurado plenamente por un problema de conciencia y esplendor de las formas. Lo digo porque no basta estar herido para ver un remanso de sangre.

La confianza de nuestra poeta está en las palabras y en el poema para reinventarse, aunque la sospecha está en una plataforma indeterminada: ni transformación ni libertad. Está unida a lo perdido (el amante) y los poemas evocan una resurrección imposible. Sus temas nacen del amor y la desilusión que ponen al yo poético en una dudosa complacencia con las heridas.

Mis Nortes y Tú

¨A pesar de mis tantos nortes…

Camino hacia ti,

Anhelando tus labios y caricias marchistas.

Me vuelco de nuevo a nosotros

Pretendiendo que retoñarás

Con un nuevo beso, de hombre renovado

Carnada de milagros.”

(Pág. 44)

Si el poema es una reinvención, será un sortilegio del apego. Tal vez, un intento inútil y una invención de ceniza en el agua del tiempo. La liberación se obtiene con sangre, sudor y lágrimas. El poema no traiciona al poeta, en el mejor de los casos, lo trasciende.

Hay una moda del poema como conjuro. La simple manifestación libera por el hecho de convocarlo. Sin embargo, no es así. El poema es una maquinaria verbal que transfigura al poeta y al lector, como ofrenda de la voz en el ara de las formas.

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