Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Artículo

Un chaparrito con cara´e foca

Avatar del Listín Diario
Ángel Alonso DolzGijón, Asturias.

"¿Quién inventó el Mambo, que a las mujeres las vuelve locas...?"

Si en las artes la creatividad se despliega a partir de influencias, puede decirse que la originalidad surge si hay verdadero genio en el artista; y cuando esa gracia original del talento sienta precedentes, hace posible que a partir de ella fluya su propio legado inmerso en una espiral dialéctica.

Se conmemora un siglo del nacimiento en Matanzas, una de las más hermosas y cultas capitales de provincia de Cuba, de ese paradigma de la música contemporánea y universal que fue Dámaso Pérez Prado.

Con este gran músico se cumple aquello de "nadie es profeta en su patria"; se vio obligado a partir de Cuba mucho antes de que se produjeran cambios revolucionarios en su país allá por 1959, marchó al extranjero acuciado por las envidias y conjuras no políticas, sino del medio artístico que le rodeaba, saturado de intereses protagónicos.

Años después México, donde hizo gran parte de su vida, le asumió como hijo propio mientras en su tierra natal se le ignoró como a muchos otros talentos nacionales y extranjeros, sin razón justificada y como uno de los grandes errores que algún día deberán rectificarse.

Dámaso Pérez Prado tiene entre sus muchos méritos lograr que la orquesta excediera los cánones del jazz band, quizás inspirado en los aportes de Glenn Miller en los años ´30 quien rediseñó la distribución de los instrumentos de metal en su agrupación agregándole trompetas, trombones y saxofones, con lo cual del conjunto brotaron sonoridades nuevas muy definidas.

Entretanto, Pérez Prado no descuidaba la percusión, quizás porque habría observado lo interesante de hacer interactuar congas y bongós como lo hiciera antes George Gershwin en la "Obertura Cubana" (1932), que vino a ser un gran aporte a las sonoridades de la orquesta sinfónica. Si funcionó en ese sentido, debió razonar, tendría que resultar un éxito en una agrupación como la suya, donde el género predominante era el Mambo, su gran creación, la que marcó su sello y le identifica en todo el mundo y para siempre.

Pero no bastó con redistribuir y agregar instrumentos, debió imponer un nuevo concepto en melodía, armonía y ritmo, que vino a ser, en síntesis, la esencia de su original concepto creativo de la orquestación.

El destacado compositor, arreglista, músico y director no solo hizo que sus sonoridades fueran exclusivas, también rompió normas en su notable aspecto personal al adoptar una imagen sui generis con bigote decimonónico y perilla, a lo cual adicionó vestir enormes chaquetas y zapatos con plataformas para aumentar un tanto su poco más de metro y medio de estatura.

Y todo no quedó ahí, en su figura, en lo referente a sus instrumentistas eliminó las partituras y les diseñó chaquetas sin solapas que vestían sobre holgados pantalones estrechos en los tobillos. La Orquesta de Pérez Prado no solo era original por su música, sino también por su imagen, que si bien para algunos pudo parecer algo ridícula, para otros resultó ser una novedad en la elegancia.

Así lo asumió Beny Moré, compositor, director y cantante cubano que fortaleció su formación en esa orquesta desde su incorporación en 1948; nunca ocultó su admiración hacia Dámaso y adoptó dos cualidades del maestro: en su atuendo decidió vestir el saco larguísimo, los pantalones muy amplios, con pliegues, y en el modo de dirigir obviar el podio y la batuta, dominando a los músicos mediante gestos bruscos y chillidos destemplados, tal como lo hacía aquel chaparrito con cara de foca que fuera su mentor.

El escritor colombiano Gabriel García Márquez escribió en los años cincuenta:

«Cuando el serio y bien vestido compositor cubano Dámaso Pérez Prado descubrió la manera de ensartar todos los ruidos urbanos en un hilo de saxofón, se dio un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos».

Y reafirmaba el estilo que comenzaba a imponer el célebre compositor y director de orquesta al expresar:

"...Empezó a desalojar a culatazos de saxofones a todos los que le habían antecedido..."

A mediados del pasado siglo la aparición del Chachachá y el Rock´n Roll eran una poderosa competencia rítmica frente al mambo, sin embargo, éste no pereció y hasta la actualidad puede escucharse como parte de la banda sonora de un filme o interpretado por alguna que otra orquesta en América Latina.

Pérez Prado caminó por la más amplia gama de pentagramas y sonoridades, con un aporte que provocó una conmoción en las élites eruditas al componer su "Concierto para Bongó" en 1967, una obra sinfónica magistral en la cual predomina la percusión, algo que había experimentado en 1955 con "Mosaico Cubano".

Sus incursiones magistrales por variados géneros siempre a su manera, tuvieron su colofón con los ritmos del Dengue, donde introdujo como sonoridad particular la percusión de una llanta metálica de camión, remedo en su timbre del típico cencerro aunque mucho más potente y menos brillante. La llanta aplicada también bajo cánones rítmicos constantes, hicieron posibles nuevos aires en el ya reconocido Mambo al cual se aplicó.

Es incomprensible que tras un largo desempeño en escenarios de América, Japón y hasta en Marruecos, nunca se haya presentado en una plaza de Europa, donde llegó a alcanzar mucha celebridad a través de grabaciones y películas.

Es intrigante por demás, que siendo un marginado del contexto musical de Cuba - el país que le vio nacer- y ajeno como individuo a los movimientos políticos latinoamericanos así como a la figura mítica del Ché Guevara, el primer movimiento de su "Exotic Suite Of The Américas" (1962) haya sido utilizado como tema musical de documentales y noticieros de la isla, como leit motiv de la estampa del guerrillero argentino-cubano. Hasta hoy, las referencias audiovisuales alrededor de la imagen de Guevara tienen como banda sonora la obra del marginado Pérez Prado.

Esta partitura la introdujo como tema musical quien fuera director del Noticiero del Instituto Cubano del Cine, Santiago Álvarez, a raíz de la muerte del famoso Ché en Bolivia en 1967, y no parece que haya muchos cubanos dentro de su país que sepan de quién es esa pieza, como tampoco tienen información que identifique a Pérez Prado con la isla caribeña; para la mayoría de las personas allí, el célebre músico era mexicano.

No obstante, lo importante no es "quién inventó el mambo que a las mujeres las vuelve locas" -a los hombres también, por supuesto- sino que el Mambo estuvo y sigue vivo, como cualquier otra de las creaciones del inigualable Dámaso Pérez Prado, aunque se haya despedido de este mundo en 1989 desde México y no como quizás hubiera deseado, en su pequeña patria matancera donde no existe un monumento a su memoria y ni siquiera una calle lleva su nombre.

Tags relacionados