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Séptimo Arte

Gabriel Serra, primer nicaragüense nominado a un Óscar

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Karly Gaitán MoralesManagua, Nicaragua

Viajar en una limusina tipo landaulette de muebles de cuero oscuro en su interior, ir bebiendo mezcal en vasos bajos y cuadrados sirviéndoselos del pequeño bar del auto, usar un traje de etiqueta diseñado para la ocasión y bajar por las colinas de Beverly Hills viendo la ciudad de Los Ángeles en panorámica desde las alturas y conducirse hacia la ceremonia de la entrega de los premios Óscar en el Dolby Theatre, donde se entrará por la alfombra roja y posiblemente se recibirá uno, no es la escena de una película hollywoodense cuando su protagonista, después de muchas luchas, dramas y decepciones, logra el sueño de su vida. Es más bien la experiencia real que Gabriel Serra, cineasta joven de Nicaragua egresado de Dirección de Cine y Fotografía en México, vivió la tarde del domingo 22 de febrero de 2015 en Hollywood.

Nicaragua, pese a ser uno de los países de América Central con uno de los archivos fílmicos históricos más grandes del continente y un pasado cultural marcado por una década de brillo y fama ante el panorama internacional en su vida cinematográfica (años ochenta), es hoy en día una nación cuyo producto de exportación principal, como decía el poeta Carlos Martínez Rivas, sigue siendo su poesía (entiéndase en la actualidad su literatura en todos los géneros) porque su grito y expresión cultural no se extiende a su cine u otras disciplinas de las bellas artes ni del arte contemporáneo.

Sin embargo, en el mes de enero de 2015 se vivió un estallido con la noticia que se propagó por todos los medios de comunicación sobre la nominación de Gabriel Serra, de treinta años— nacido en Managua el 5 de julio de 1984— y con una filmografía aún incipiente, a un premio Óscar. No era la primera vez que Nicaragua estaba en el panorama de Hollywood en una premiación, pero sí la primera vez que un nicaragüense se encontraba en ese selecto listado de nominados, un sueño que han de haber tenido decenas de cineastas en el país por no hablar de toda la región.

Ante esta sorpresa se abrió un abanico de noticias a principios de 2015 en todos los tipos de medios de comunicación, siendo actualmente uno de los cineastas nacionales más famosos del país. Ante la nominación, como en toda sociedad, surgieron los disidentes de su obra (sin haber sido nunca antes sus admiradores, como se puede observar), los críticos y las opiniones llenas de nacionalismo pues se aclaraba en prensa que si ganaba el Óscar, este no sería un logro de Nicaragua pues su cortometraje de ficción es mexicano y había sido enviado por el Centro de Capacitación Cinematográfica, aunque su autor fuese un nicaragüense. Lo cierto es que aparte de los nacionalismos, las críticas o los aplausos y las felicitaciones llegadas desde todas partes, incluso del mismo presidente de México Enrique Peña Nieto, haber sido nominado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos es ante todas las cosas un mérito propio que Gabriel Serra ha logrado como cineasta, arrastrando la bandera del logro para su país como consecuencia de su nacionalidad. Gabriel Serra se graduó de Comunicación Social en la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua en 2007 y se graduó de Dirección de Cine y Fotografía en el Centro de Capacitación Cinematográfica de México en agosto de 2015. Su trabajo de tesis fue hacer la dirección de fotografía del filme Flores silvestres, dirigido por su compañero de clases Pablo Pérez Lombardini, mexicano, filmado en febrero de 2014 en Ticumán, Morelos y estrenado en octubre de 2015 en el Festival Internacional de Cine de Morelia, México.

Las artes han sido para Gabriel Serra, sobre todo el arte visual y la imagen en sí una afición que comenzó en el año 2001 cuando tenía menos de veinte años. Recién salido del Colegio María Auxiliadora, viajó a Canadá por un año a estudiar inglés. En Montreal iba con su primo, Martín Martínez, a recorrer galerías, ver músicos en las calles, observar la expresión cultural del arte contemporáneo que iba más allá de pinturas y esculturas clásicas; era otro mundo que se mostraba ante sus ojos como un atractivo y hasta un estilo de vida que empezó a querer para sí mismo. Ese estilo de arte que descubría combinaba música, dramaturgia, el uso de la imagen y símbolos, las bellas artes en composiciones nuevas. Al regresar a Managua, luego de estudiar el perfil profesional y pensum de algunas carreras, tomó la decisión de estudiar Comunicación Social porque sus asignaturas de televisión, cine, investigación, radio, fotografía, escritura creativa y redacción, entre otras, se convertían en imanes que atraían sus deseos de conocimiento y de emprender algunas pruebas del terreno. Durante su carrera comenzó a hacer experimentaciones, especialmente en fotografía.

Dos regalos y un acontecimiento se unieron para cambiar la vida estudiantil y sin saberlo él mismo en ese momento, también su vida profesional entre los años 2003 y 2005 porque su padre le obsequió su vieja cámara analógica Canon. Con algunos rollos de 35 milímetros y el estudio de encuadres y luces comenzó a probar tomas y posiciones con un lenguaje diferente del de la fotografía paisajística. Así fue como llevó a las paredes una exposición, su primera serie de fotografías titulada “Objetos de poder”. Las imágenes estaban llenas de símbolos y crearon polémica, comentarios y opiniones de todo tipo, no solo por ser fotos de desnudos sino por lo que representaban en su lenguaje visual. Lo que buscaba de cierta forma Gabriel Serra era dar a conocer ideas diferentes y llamar la atención de algo que quería ser otra forma de expresión. El segundo regalo fue una cámara de VHS que le obsequió su abuela, con la que comenzó a hacer creaciones en videoarte y performances fílmicos.

El acontecimiento que acompañaba a los dos regalos en la transformación de su visión del arte fue su iniciación en los talleres que dirigía la artista Patricia Belli, conocidos como Taller de Arte Joven (TAJO), donde aparte de sus estudios universitarios básicos aprendía de historia del arte, crítica, estudios alrededor de la imagen, de los objetos y las formas, y cultura en general. Después de algunas pruebas con el uso de imagen en movimiento y fotografía, realizó su primera exposición personal por su propia iniciativa a los veintiún años en Managua a la que llamó “Metro Cuadrado”.

Luego de algunas exposiciones de arte y de participar en concursos universitarios de fotografía, Gabriel Serra fundó el periódico cultural universitario El reguero de pólvora. Él lo diseñaba, diagramaba, recogía colaboraciones, algunos anuncios, noticias sobre la cultura, con sección de novedades y notas sobre la vida universitaria, publicación de fotografías, cuentos y poemas. Con la compañía de algunos compañeros El reguero de pólvora era leído por estudiantes de todas las carreras de la Universidad Centroamericana, comenzó a distribuirse en las aulas, los pasillos y en otras universidades. La publicación alcanzó una decena de ediciones.

En 2006 estaba capacitado de forma suficiente para trabajar como realizador independiente en producciones audiovisuales institucionales y trabajó en la producción de la campaña electoral del candidato a presidente de Nicaragua Herty Lewites, quien no logró llegar al día de las elecciones porque falleció en julio de ese año gozando de amplia popularidad. Para entonces Gabriel Serra se había retirado de la campaña electoral con el objetivo de dedicarse a otras producciones creativas.

En 2007, para graduarse de la Universidad Centroamericana inició junto a su compañero de clases Víctor Rodríguez Oquel una investigación que presentarían como tesis, 10 años de videoarte en Nicaragua, 1996-2006. Al finalizar trasladó su domicilio a México donde ha vivido desde hace siete años, viajando constantemente a su país.

Después de toda la publicidad previa en programas de televisión y diarios de Estados Unidos, España y América Latina, de aparecer en portadas y bisagras de importantes revistas y diarios debido a la nominación al Óscar de su filme La parka, Gabriel Serra viajó a Los Ángeles el lunes 16 de febrero a vivir “la semana más intensa y feliz” de su vida, acompañado de Carlos Correa, el director de fotografía del filme. Fue recibido en el aeropuerto por Bob Sharka, su representante pagado por la escuela de cine para acompañarlo a los eventos de los Óscar.

Al reunirse con los familiares de sus compañeros mexicanos celebraron como debía ser con un lujo merecido. Recorrieron Los Ángeles sobre el Boulevard Hollywood, viendo por la ventanilla de los autos algunos edificios históricos, las luces, la vida nocturna y diurna de la ciudad. Con cada minuto y cada paso estaba pisando el terreno de sus sueños. ¿Sus sueños? “No es que realmente lo soñé porque no sabía que mi película estaba participando, es la escuela que los envía, paga y hace las gestiones administrativas, pero sí, de cierta manera mi vida cambió desde aquel email que me llegó en el que me notificaban que estaba clasificado entre los ocho prefinalistas y salió la noticia en el famoso programa de televisión de Aristegui. Pero no celebraba aún. Celebré hasta que fui nominado y fue entonces cuando comencé a soñar, me veía recibiendo el Óscar, realmente quería ganarlo, no se llega hasta allá para tener una actitud conformista”.

Los días previos a la ceremonia Gabriel participó en varias entrevistas con periodistas locales y extranjeros en Los Ángeles, presentando su película ante un foro conformado por público de estudiantes, medios de comunicación y la comunidad nicaragüense y mexicana que se hicieron presentes para felicitarlo y demostrarle su apoyo y orgullo. Hasta entonces había disfrutado de la fama, la admiración y las celebraciones. Pero la noche antes de la ceremonia en la fiesta oficial de la víspera aflojaron los nervios y el de su equipo: “Nos presentamos a la fiesta muy nerviosos. Había mucha gente famosa y estábamos en medio de ellos bebiendo y comiendo. Vi lo que era una fiesta de glamour, con platos enormes servidos en mesas gigantes, se podía beber todas las bebidas de lujo, conocer a los famosos, estaba la actriz francesa Marion Cotillard, y otros que aunque no estaban nominados ese año, participaron en las ceremonias como invitados. Nos retiramos y nos fuimos a dormir después de varios días de actividades para estar frescos el siguiente día que era el más importante”.

El domingo de la ceremonia del Óscar fue de pensamientos que corrían a gran velocidad y de descanso físico. Al llegar la tarde, listos y vestidos, los nervios volvieron a aparecer. Llegó por ellos la limusina que había alquilado, “yo tenía que ir como llegaban todos, vivir el momento y decidí alquilarla para pasar un buen momento”, y viajaron hacia el Dolby Theatre hablando para darse ánimos y calmar los nervios, tomando un poco de mezcal para relajarse, viendo la ciudad y descansando en los sillones. Los esperaba la alfombra roja y los medios de comunicación, los flashes, el brillo de la noche.

La parka, su filme, estaba por ser anunciado y de tanta emoción se salieron del teatro a mojar sus caras con agua fría, respirar y hablar sobre la posibilidad de ganar el Óscar. Gabriel Serra asegura que después que no ganaron el Óscar hubo más tranquilidad y toda la tensión se fue, por fin pudieron disfrutar de la noche, del lugar, del banquete posterior a la ceremonia. Estaban allí, eran ellos mismos y no sus clones ni sus copias, y decidieron vivirlo sin remordimientos ni negatividad.

No era lo mismo recorrer Los Ángeles en su limusina cuando se hace el viaje de ida, se está nominado y se va con la ilusión, el regreso fue silencioso, compartiendo con algunas frases sus impresiones del viaje, de todo lo que vieron, de lo mucho que disfrutaron, pero visto con la calma placentera del momento posterior a la excitación. Bajaron del auto de lujo en su puerta en la madrugada del lunes después de la ceremonia. Estaban muy cansados y triunfantes.

En la actualidad Gabriel Serra se encuentra realizando talleres de cine en Managua con un proyecto que ha llamado Puertas Abiertas. Dirige una productora audiovisual y está participando en la fotografía de un largometraje documental de Luciana Kaplan, filmado en México, Los Ángeles y Estambul. Además, escribe el guión de lo que será su primer largometraje de ficción.

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