Entrevista

Giovanni Di Pietro: Los métodos críticos tienen su alcance y sus limitaciones

IG: Todos tenemos autores y libros de cabecera, ¿Cuáles son los suyos?

GDP: Me temo que lo que dice no es verdad de mí. Mis autores y libros de cabecera son siempre los que me interesan en el momento. Muchas veces, se trata de regresar a autores o libros que me interesaron en el pasado. Por ejemplo, regreso a Virgilio o a Dante o a Foscolo o a Leopardi o a Carducci o a Quasimodo. Recientemente regresé a Milton. Ahora mismo estoy tratando de leer de nuevo la “Nueva Odisea” de Kasanzakis, una obra que me impactó mucho a los 18-19 años. Estuve revisitando por un tiempo las obras de Knut Hamsun… Hace una semana pensé que ya era tiempo de leer nuevamente “Las aventuras de Pinocho” de Carlo Collodi…

IG: ¿Cómo definiría sus principales líneas de pensamiento?

GDP: Yo me crie en el Existencialismo, cuando esta filosofía llegó a los Estados Unidos a finales de los años cincuenta, y, pues, tengo la tendencia a ver las cosas de una forma un tanto sombría, por eso de la vida como algo absurdo. Pero esta manera de pensar también es el resultado de que llegué al mundo entre los escombros de la Segunda Guerra Mundial, cuando mi país estaba en ruinas. El Marxismo, por ejemplo, nunca me impactó. A través de mis lecturas de Blake, también desarrollé la tendencia hacia lo místico. Entiendo y quiero creer que hay algo más allá de nuestra dimensión material y que la vida tiene que tener un propósito noble, no egoísta.

IG: Diógenes Céspedes expuso en un artículo: “Alcance y limitaciones del método crítico de Giovanni Di Pietro” que su método de análisis estaba fundamentado en el eclecticismo. ¿Puede explicarnos su perspectiva de análisis?

GDP: Todos los métodos críticos tienen su alcance y sus limitaciones, inclusive el del mismo Diógenes. Un método crítico es una forma de ver, leer y presentar una obra literaria. Ya que todos tenemos limitaciones, el método crítico que desarrollamos y empleamos demuestra sus limitaciones también. ¿Cuántos siglos llevamos hablando de Homero o de Virgilio o de Dante? Nunca se acaba. Yo, como crítico puedo inclinarme hacia un método en específico y leer la obra literaria desde esa perspectiva. Será siempre una manera limitada de verla. A veces hasta parcializada, si insistimos que mi método es el único que nos lleva a la lectura perfecta. No hay tal lectura. Hay tantas lecturas y tantos métodos como hay personas que leen un texto de forma crítica. Cada lectura o método aporta algo al entendimiento de la obra en cuestión. Un texto literario se puede manipular fácilmente, según los intereses espurios de un crítico poco escrupuloso. La idea es mantenerse en la objetividad, aceptar nuestras propias limitaciones, y siempre respetar los aportes que otras personas hacen desde sus particulares puntos de vista. En la crítica hay espacio para todos. Más interpretaciones tenemos de una obra literaria, mejor.

IG: En su “Crítica del juicio”, Kant sostiene: “el juicio del gusto tiene también, como cualquier juicio empírico, la pretensión de tener un valor universal”. ¿Qué valor tiene el gusto a la hora de apreciar y comentar una obra literaria?

GDP: El gusto puede entrar en un juicio crítico, pero nunca debería ser el factor predominante en la interpretación de una obra literaria. A mí, por ejemplo, no me gustan las obras experimentales. Pero eso no me da el derecho a decir que no sirven. Tengo que ser objetivo al respecto y tratar de ver la obra desde la perspectiva del autor y entender por qué la llevó a cabo de esa forma y qué se proponía realizar. Si la experimentación era necesaria y emanaba de una necesidad interna del autor, todo está bien, y yo, como crítico, tengo que poner de relieve ese aspecto, aunque, como dije, mi gusto esté en contra de ese tipo de obra. Es que la obra literaria está por encima del gusto del lector o del crítico. Hay autores que son de derechas o de izquierdas, y yo, como crítico, puedo estar de acuerdo o no con su ideología; pero lo que importa es el resultado, si esa obra alcanza la excelencia o no. Ese tiene que ser el único criterio válido. Lo que el autor acepta en términos ideológicos o lo que a mi ideológicamente me gusta o no, como crítico, es del todo inmaterial.

IG: Ud. es un lector de literatura dominicana, de novelas, sobre todo, ¿Por qué la novelística y por qué la dominicana?

GDP: Yo he hecho crítica con relación a la poesía, al teatro y hasta al ensayo. La novelística terminó siendo mi área porque esa fue el área en que escribí mi tesis doctoral, que fue en la novelística italiana de la postguerra. En términos de la novelística dominicana, tiene que ver con el hecho de que, cuando empecé a escribir crítica en el país, me di cuenta de que no se había hecho mucho en ese campo y yo, pues, encontré un territorio prácticamente virgen que quise explorar por varias razones. También fue una manera de yo entender el entorno en que me encontraba viviendo, la sociedad y la gente, la historia del país… Para estas cosas, el estudio de la novelística es ideal. Mucho más que otras formas artísticas.

IG: ¿Hay algún texto en su carrera académica y literaria del que se pueda arrepentir?

GDP: Diría que me arrepiento de todos mis textos, por el simple hecho de que nunca estoy conforme con los resultados. Hablo de los resultados en términos de lenguaje y estilo, no en términos de contenido. En el contenido mis textos creo que han sido rabiosamente exactos, pese a la opinión opuesta de muchos autores cuyas obras he abordado.

IG: ¿Qué es lo que más le gusta de las novelas dominicanas?

GDP: En la novela dominicana hay un elemento que es muy difícil encontrar en la novela de otros países. Se trata de una profunda preocupación, casi a nivel psicológico, que los autores demuestran por la suerte de la nación. En la novela dominicana, especialmente en la novela anterior a los años noventa y la novela actual, existe un constante diálogo entre el pueblo y la patria. La patria que pide que se la ampare y se la salve, y el pueblo que reacciona a ese pedido en diferentes proporciones.

IG: ¿Qué le gustaría que los escritores dominicanos supieran de Ud.?

GDP: Que no tengo nada en contra de ellos ni de su país. Que a mí me interesa la obra, no el autor. Que yo soy amigo de todos y así me considero y que se equivocan en pensar que tengo algo en su contra cuando critico una de sus obras. Que, a una obra, una vez se publica, hay que dejarla que tome su propio camino, en vez del autor pretender que tiene que defenderla del crítico. Si la obra es buena, no hay crítica que pueda hacerle daño. ¿Dónde están los críticos de Shakespeare y de Cervantes ahora? Los hubo en su tiempo, pero sólo sabemos de esos autores. El autor dominicano tiene que aprender que el crítico es un amigo y no un enemigo. Que puede ayudarlo a crecer, pues, como mínimo, le brinda la gran oportunidad de ver objetivamente su obra.

IG: ¿Cuáles son los narradores dominicanos que más admira?

GDP: Admiro a los que podemos considerar clásicos, como Cestero y Bosch, Marrero Aristy. Siempre me gustó Lacay Polanco. Para mí es el único verdadero escritor existencialista que ha tenido el país. Admiro ciertas obras, como “Caonex”, de Sanz-Lajara. Admiro la novela bíblica y lamento que la lección de esas obras que la representan se quedara trunca. Admiro “Bienvenida y la noche”, de Rueda. Admiro los cuentos de Pedro Peix. Admiro una obra como “La otra Penélope”, de Andrés L. Mateo. Admiro el mundo mágico de las ciguapas de Manolo Mora Serrano. Admiro las obras de Roberto Marcallé Abreu, al cual considero un autor serio y consagrado, que sabe hacer su trabajo y prepara sus novelas haciendo las investigaciones de lugar en vez de inventarse escenarios ridículos y sin sentido. No admiro la novela “light”, que es la que ahora más se escribe en el país. El autor que la practica tiene que ser un auténtico tarado.

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