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Los ángeles del olvido y el sueño

Un libro de poesía trae consigo las experiencias interiores transfiguradas, tal vez, ni el poeta se de cuenta del torrente que se deposita en el mismo. Su aspecto connotativo tiende a reproducir experiencias que han sido almacenadas en lo más profundo del ser, sobre todo, en ese período de la infancia que son las menos recordadas, fluyendo hasta que la poesía las revela. Pero no vienen como son, sino mucho más ricas al salir del hondón de las imágenes. Obviamente, llegaron al papel con un sentido específico o con una intención más allá de su posible génesis. Lo demás es cuestión del cómo decirla. El riesgo supone el salto que se conquista con el oficio. Y en los primeros libros, la experiencia escritural da reflejo de lo que madurará en el tiempo. Hago esta introducción para adentrarme al libro “Ángeles Grises” que está divido en dos partes: 20 Acertijos de un Sueño y Ángeles Grises. Por lo pronto, el mismo tema fluye en las dos partes, pero una en verso y la otra en prosa.

En 20 Acertijos (como lo indica la palabra acertijo, adivinación o juego) la poeta nos habla de una situación que parte del recuerdo. Un recuerdo que siempre se anuncia como ausencia, es decir, fue y emerge como un delfín del olvido difuso. Algo que sucedió que trajo consigo angustia, dolor y, en última instancia, no tuvo el esplendor deseado. ¿Por qué se recuerda? Se recuerda como último recurso de la venganza, aunque no lo dice, pero está sugerido. Veamos:

“diablos

estás parado en la lápida de un te amo

y aún esculpes una lágrima que muere lejos.”

(Pág. 19)

En Acertijo VI nos arroja en un tiempo que no es en el que ella canta. ¿Cuál será este tiempo? ¿El pasado o del pasado el pasado deseado? Es una historia donde muere otro yo bajo la rueda.

“Nuestra almohada pide que te ignores

que juegue con mis utopías

pero se pierden en tu aroma

algo nos irrita

nos anula el sentido de amar

y quedan residuos de sábanas”

(Pág. 22)

Ciertamente, en todos los acertijos hay una imposibilidad de una madurez que no se había logrado.

En la parte de Ángeles Grises se hace un poco más interesante porque nos habla de ángeles que, en cierta forma, son caídos, porque ellos pueden tener trato con los humanos en el sentido pasional. Los ángeles son emisarios o mensajeros de Dios. En estos poemas en prosas, Dios es un personaje secundario y, a veces, aludido como el obstáculo para la realización del amor. En varios poemas se plantea la posible naturaleza del mismo: Ángel--- Dios----hombre. Suponemos que el ángel ha de compartir la condición de Dios y humano, y más que humano. La frustración parte de esta condición. Pero, como dije al inicio del párrafo, de involucrarse en las pasiones del hombre, es porque son ángeles caídos (grises).

“Bajo nuestros pies la estirpe de Dios se llena de manchas.”

(Pág. 40)

“¿Por qué un ángel se quita el hombre y lo cuelga en su espalda?, o por el contrario

Corre aferrado a la idea de que Dios no te sepa distinto.”

(Pág. 41)

Todo viene desde el sueño y el olvido, como si antes de ser, hubiera un sucedido este amor imposible, quizás esta presencia reiterativa de cruzar calles, de llover… (Restaurar una vida.) que es posible desde un recuerdo soñado que se frisa en el regreso…

Saludamos esta aventura donde la frustración cabalga por el territorio del olvido, de la ausencia y que antes, mucho antes…fue presencia, tal vez vivida o soñada.

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