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POÉTICA DE RAMÓN SABA

De tiempos y compases: Estación de poesía

Sentarse a hojear en el banco de un andén las páginas de un paisaje, esa espera revelada en los movimientos de la palabra, ese tren de pausas y silencios, es entender que se está en la estación más codiciada del viajero sensible, la estación de la poesía, un lugar entre tiempos y compases. Dice Octavio Paz que “El poeta se alimenta de estilos. Sin ellos no habría poemas” y en ese acto de leer, de ver, de reconocer, de ingerir y experimentar los estilos, encontramos a Ramón Saba, sentado sobre una coctelera de esquemas poéticos que retan su intelecto creativo al paseo feliz entre rieles y gavetas, en otoño o primavera, entre el ruido y el silencio a concebir sus letras abordando muchos vagones de esta locomotora que llamamos poesía. Haciendo Ramón Saba uso del lenguaje, encontramos en él, poemas libres, versos blancos, Haiku, Tanka, décimas y el inconfundible soneto que lo ha hecho apostrofar por su honesta ejecución como el “Sonetista Mayor”. Abrirse a formular el poema en todas estas direcciones convoca al lenguaje en formas múltiples dándole vida agitada al juego de la creación literaria. Adentrándonos en su obra encontramos en su canto libre el poema “Adoro a esta guerrera”, poema invadido de sonidos agridulces, naturaleza al compás del ser humano, al que desde el poema se le ve con el alma, el poeta desdibuja con el viento las batallas femeninas y burbujea los gestos de este canto a ese amadamado combate que guerrea en la paz de sus encantos la guerrera victima de su apalabrado conjuro, como nos dice en el último verso, “Su pesar y su alegría”. El lirismo en su voz poética se pone de manifiesto también en su versografía libre , marcando una forma de mirar al dirigir la palabra, escondiendo en esa mirada un gesto de ensoñación al pronunciar el poema. Saba enciende sus versos en el vergel de un alma exaltada y sorprendida, basta leer en el poema “De regreso al tiempo”: “Camino al infinito encuentro tu aurora bordada de sueños, preñada de flores sin consonantes.” Camino de su tinta derramada laten no sólo como palabras a la que recure sino como personajes de su poética: el canto, la nostalgia, la música, la naturaleza, haciendo referencia con ella a las estaciones, criaturas, fenómenos que se dan en la tierra o en el cielo como vestimenta de realidades más sutiles o más cotidianas y brindárselas al lector como una hermosa vista de palabras al paisaje, por eso el poeta se siente impelido y asido a otras formas poéticas orientadas en su métrica y temática al fenómeno de lo natural, para despertar en el lector la sabiduría derivada de la observación, del ritmo hermoso que expele la madre tierra como lo hace desde su abordaje del Haiku. De esto dan testimonio los versos del poema “De regreso al tiempo” que dicen: “Fluye tu incienso de primaveras y duele tu olor salpicando tus atardeceres de abejas dormidas.” Como en toda música y en todo festín de palabras, aparecen las pausas y los silencios, el silencio también es una esfinge que Ramón Saba enarbola en gran parte de sus versos, tal como reza esta estrofa del poema “En tu poética Voz”. “Poesía manejada con los pinceles del acantilado. Laberinto donde se pierde el silencio, lugar donde se atrapan los secretos.” Y en estos versos del poema “Presagio de Olvido”: “Es más notorio el silencio y hasta el viento sopla por la misma dirección de tu partida.” Saba juega con las palabras dejándonos en ellas mensajes cifrados, inscribe el nombre del amor en sus estrofas. “Hoy tengo compañera Mar y luz de poesía, en su magia palidecen las ausencias” Versos brujos en su toque poético de enigma podemos citar en el poema “Solamente”. “Sólo hay un camino dedicado al silencio y es tu mano quien lo lleva” En sus sonetos el ritmo y la métrica no empañan la lógica de los versos. “Sofá que se transforma en camposanto donde reposan vivos los despojos de un desamor que hervía bien profundo.” Los “versos contundentes” como bien califica el poeta en su soneto “Fabriquemos una pausa” vienen extendido en la breve comisura de los labios del bien medido, bien rimado, marcando con elocuente fervor la gracia que se consigue en este estilo esquemático de poemas estróficos. “El motivo y su luz se harán presentes con silencios de música tocado al compás de recuerdos que han marcado una ruta de voces ya silentes.” La profundidad lóbrega embriaga al sonetista mayor cuando dice: “Imposible flotar en el destierro sin los remos alados de tu sombra, cicatrices de pena que es alfombra de nostalgias que habitan en mi entierro.” En lo particular el soneto “Música de septiembre” que bien puede hacerse canción de melodía suavilenta evoca al ser leído de igual modo el ritmo candente de nuestra música isleña: un merengue. “Ya se escucha del bosque su sonrisa cual sonata de ampliada tesitura y hasta el eco repite sin premura música que en septiembre es indecisa.” La temática de Ramón Saba en sus sonetos va desde la dulce fragua del amor y de su amor a la palabra, hasta esas situaciones de matiz social como nos es revelado en “Oferta de empleo”: “El navío procura un timonel que hasta sude la mar sobre su piel con el norte enclavado entre sus ojos.” En “Tus Rosas” Saba desborda sensualidad y erotismo sutil y bien labrado, este soneto obliga al lector a repasarlo y digerirlo con los sentidos. “Las paredes de tu alma son dos rosas que pacientes perfuman mis alientos y tan rojos sus pétalos sedientos como sangre anhelante donde posas.” Gracia y chispa cómica también nos acompañan al leerle, tal como en el soneto titulado “Se te fue la mano, Cervantes”: “La novela del caballero andante narra muchas aventuras sangrientas, algunas en exceso tan violentas que su autor no temió poner delante.” Una amalgama poética exhibe Ramón Saba quien en sus décimas deja tendido un grito a la causa social, ecológica y protestataria, una forma honesta de levantar la voz de todos, sin herir la palabra; pero abriéndola en un abrazo colérico para “Que no nos roben a Miranda”¬: “Yo no he sido decimero pero respeto ese canto que nace del pueblo santo y sus costumbres primero. No vale tener dinero ni meterse en la parranda, lo que vale es la demanda y además tener coraje para evitar que el pillaje nos robe nuestra Miranda.” En su expresión Haiku, el poeta lleva consigo la semblanza y el testimonio de los paisajes de su alma expuesta en esta estructura de verificación Japonesas, citamos estos dos hermosos ejemplos que colman el ser con el suave ruido del silencio, del que Saba siempre hace acopio temático y técnico en la construcción de sus versos: “Las hojas secas cuando sienten la brisa palpan la muerte.” “Saltan los peces para beberse el aire fuera del río.” Transmitir mensajes secretos en puntillas, en versos de estilo Tanka, como un juego del amor, donde el poeta pone de manifiesto el cortejo, la galantería, es otra manera que la literatura japonesa presenta y de la que Ramón hace uso para llamar con la mirada en el verso, invocando y convocando a la amada al retorno. “Me ven tus ojos, mirada de regreso a dulces noches donde habita mi tiempo donde me crece el alba.” Cada letra sembrada ya no sólo en el papel, ya más en la memoria sobre esta estación de la poesía que se cimienta en los ecos de la voz que Saba imprime dulce, grácil, accesible, medida o no, rimada o no, convirtiendo estas páginas poéticas en un paraguas, un sombrero, un techo, un andén protegido que alberga luz, aire, silencio, mar, nostalgia y hambre de escribirse sobre espejos encontrados, al ritmo y al paso que nos marca el tiempo en ese espacio donde nace la atemporalidad sobre la piel de los poemas.

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