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DOSSIER DE INVESTIGACIÓN

Madre a los 17

Sonia Vásquez, representante Auxiliar del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), fue madre adolescente. Hoy reconoce que estaba casada, pero no preparada para asumir esa responsabilidad.

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Ivelisse Villegas FiguereoSanto Domingo

Sonia Vásquez fue madre a los 17 años. Su historia es muy diferente a las contadas por las mujeres de esta entrega especial. Ella tenía un esposo a su lado y la esperanza de convertirse en una profesional, pero esto no la exoneró de pagar las consecuencias de lo que implica una maternidad en plena adolescencia.

Las ilusiones propias de su edad se desmoronaban en cada despertar. Descubrir que su realidad era cambiar pañales, amamantar, asumir las responsabilidades de un hogar, más estudiar, le provocaba densos pensamietos, por haber renunciado a la vida que sentía le correspondía por derecho.

Hace 39 años que trajo al mundo su primer hijo, Ray. Y hoy comparte como primicias para nosotros esta experiencia que, por una serie de factores personales y familiares, solo había contado en espacios más íntimos.

Hablar de lo que ha pasado en su vida, desde la posición que ocupa como Representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, la satisface mucho, porque allí trabajan con proyectos enfocados en la prevención de embarazos en adolescentes, y de evitar la unión temprana, de lo que ella puede dar un testimonio de primera mano.

Sonia Vásquez dice que ella fue un clásico ejemplo de esta situación, en la que América Latina y el Caribe continúan con la segunda tasa más alta en el mundo de embarazos adolescentes.

“En mi caso, cada vez que hablo del tema, pienso que así me pasó. Me comprometí a los 15 años. A los 16 hicimos un compromiso civil cuando estaba terminando el bachillerato. Mi papá decía que no iba para la universidad porque tenía un novio, y eso daba ‘acostadera, embarazo y más...’. A los 17 hicimos la celebración de la boda, y seis meses después ya estaba embarazada”, cuenta Vásquez.

En esa época, y por ser oriunda de Puerto Plata, su única oferta académica era la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. No tenía familia donde quedarse en Santiago, y se sentía enamorada. Esto arrojó un matrimonio alimentado por sueños y deseos de libertad.

Confiesa que llegó a la relación sin educación sexual y sin orientación de anticonceptivos. De eso hace 40 años y todo sigue igual o peor para muchas jóvenes, a pesar de que hay más métodos, más publicidad y entidades que trabajan el tema. La raíz de esta problemática social sigue siendo la misma.

Según Vásquez, muchas adolescentes deciden tener una pareja a temprana edad porque buscan libertad, un hombre mayor que les dé seguridad económica, y por falta de un proyecto de vida.

La causa de los embarazos en esta etapa es la falta de educación sexual. ‘‘Los padres no se abren con sus hijos para conversar sobre el tema. En las escuelas públicas y privadas, tampoco”, explica.

Un estudio reciente arrojó que solo el 32 por ciento de las escuelas de este país imparte educación sexual.

‘‘Una parte esencial de mi vida se mutiló al ser madre en tan temprana edad, principalmente en lo que respecta a dar y recibir, lo que se refleja en todos los aspectos, tanto de la madre como del infante. Mi hijo no fue planificado, pero lo asumí, con una ventaja, mi familia me apoyó cien por ciento”. Esto le costó nunca aprender a bailar, no tiene fotos de viajes, no pudo hacer una maestría luego de graduada con una Licenciatura en Trabajo Social.

Asegura que este país tiene una cultura muy arraigada en la maternidad como proyecto de vida.

Gracias a Dios, no sucumbió a la presión social, y a los cinco años de tener a Ray nació su hija Mayté y luego su tecer hijo, Oscar Ernesto, con cuyo nacimiento, ya se encontraba más empoderada.

Estudió esta carrera porque quería estar conectada con la gente, y lo ha logrado. En estos años ha podido ayudar a las familias a enfrentar los desafíos que tiene la sociedad actual, en que 39 mil niñas se casan cada día; principalmente en este país, en donde a las adolescentes se les limitan las oportunidades educativas y su posterior inserción al mercado laboral, lo que disminuye sus posibilidades de crecimiento personal y la incidencia de tener mayor número de hijos.

SECUELA EMOCIONAL Falta de madurez Sonia Vásquez dice, con mucho orgullo, que Ray es director de un departamento de tecnología en el Hospital Universitario de Massachusetts. Pero reconoce que, teniendo un mínimo de condiciones para criarlo, fue al que más trabajo y esfuerzo le costó el tomar decisiones elementales en algunos aspectos de su vida. Y es que su hijo sufrió por tener una madre adolescente. A veces, por ella estar estudiando en la casa, el niño se dormía tarde y lo levantaba temprano. No tenía disciplina, madurez y no le dedicaba el tiempo suficiente. Era una adolescente, y en esa etapa, no se está preparada para asumir la responsabilidad que esto conlleva. ‘‘Me sentí culpable’’.

DOBLE MORAL Muchas adolescentes buscan legitimar las relaciones sexuales apoyadas en tradiciones culturales y por existir en este país una práctica socialmente aceptada. Como en mi caso; mi papá, Emilio Vásquez, prefería verme casada a esa edad, que estudiando fuera de casa con un novio, con el qe iba a compartir la misca ciudad y universidad.

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