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Elecciones conscientes para la vida

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Ana Mirtha VargasSanto Domingo

Cuando despertamos en la mañana entramos en un proceso de toma de decisiones. ¿Soltamos la cobija? ¿Qué ropa usaremos? ¿Hacia dónde iremos? En cada elección construimos nuestra película, mirando un futuro distante mientras el momento se escurre entre los dedos. A más de uno les cuesta levantarse a trabajar mientras otros ansían el trabajo, muchas de esas “obligaciones” dejarían de ser tan fastidiosas si vemos las consecuencias de no hacer lo que consideramos forzoso y lo convertimos en una preferencia.

Seguramente caeríamos en cuenta de que el “tengo que ir a trabajar” no es exactamente una obligación sino una elección ya que las consecuencias de eximirnos de hacerlo serían letales, concluiríamos en que es más conveniente para el propio bienestar tomar esa dirección. Elegimos profesionales, supermercados, bancos, nuestros gastos e inversiones y las almas compañeras que desempeñan roles importantes en nuestras vidas.

A pesar de que nuestra vida depende de las decisiones que tomamos resulta pobre la educación que tenemos en este sentido. Los miedos de fallar, la falta de aprobación, una autoestima baja, son algunas de las razones por las cuales la gente busca el consenso externo antes de decidir. Lo ideal sería saber qué deseas en realidad y actuar en consecuencia, ser auténtico. Estar donde está tu corazón. No muchos lo logran, pareciera que las distintas dictaduras de dónde venimos repercuten aún en nuestros tiempos, es más cómodo ceder la responsabilidad de tomar tus decisiones y luego culpar al otro del fracaso que asumir el riesgo.

En los grupos las circunstancias se complican un poco más, porque la elección tomada afecta a todo un conglomerado, la mayoría se deja llevar por la demagogia de los que asumen algún liderazgo. La percepción de la realidad queda tiznada por los que venden las ideas, a veces seleccionamos nuestros representantes sin percatarnos del plan detrás, existe todo un departamento de mercadeo pretendiendo conquistar la elección. Los votantes, en su mayoría siguen como borregos cualquier líder político, religioso o de cualquier organización social sin chistar. Sin advertir de que muchos de ellos pertenecen al PLM (Primero lo mío) deponiendo los intereses del grupo.

Los que pretenden conquistar algún poder orquestan su estrategia, saben lo que necesitas y cómo hacerte salivar con promesas que quedan soslayadas cuando logran su objetivo. Las necesidades de una sociedad con una cultura de pobreza que busca “la fundita”, con frecuencia prima la vieja práctica del clientelismo, que no sólo ocurre a nivel político, también en otras organizaciones donde se manejan recursos, favoreciendo a personas o empresas sin el debido consentimiento.

Todas las organizaciones políticas, religiosas y privadas motivadas en excelsos ideales son estupendas e imprescindibles en una sociedad, deberíamos de zafarnos del BAM (Bulto, Allante y Movimiento) tan propio de nuestros países y dejar de encandilarnos por las apariencias. Antes de dar nuestro voto de confianza en cualquier lugar donde nos toque, es esencial ponderar todos los factores, se requiere ser cautos y no caer en el hechizo de los cantos de sirena, elegir personas coherentes con los ideales que pregonan, ponderar tanto al líder como su séquito, su capacidad, trayectoria, su ética e integridad. Cada vez que seleccionamos a alguien, debemos recordar que es alguien que nos representa y supone estar al servicio de todos.

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