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SENDEROS

Entrenando la mente hipercrítica

La mente hipercrítica solamente busca el error en todo y en todos, es incapaz de aceptar un mensaje, lo primero que busca es cuál debilidad o errores tiene quien lo da, y no acepta nada que venga fuera del reino de su propia perfección. Yo mismo he caído en esa tentación, y cuando alguien humildemente me da un consejo lo primero que cuestiono es si la persona tiene la capacidad moral para dármelo. De este modo, hago oídos sordos a un mensaje que a lo mejor puede ayudarme muchísimo, pero al final el ego siempre cae en el juego de apartar toda oportunidad de internalizar un mensaje que pueda estar necesitando.

El ego es bastante poderoso y siempre nos aparta de todo aquello que pueda servirnos, la arrogancia es uno de los síntomas más obvios en personas que siempre se hacen los sordos ante los consejos y no solamente van por la vida transpirando arrogancia, sino que miran hasta con tristeza a la persona que les ofrece el mensaje al considerar les falta peldaños para estar a su altura. Cuando el consejo se convierte en realidad es cuando la persona se dice: “... a lo mejor el consejo era cierto”. Pero, por lo general la mente hipercrítica nunca necesita de nadie incluso de los que sí saben, ya que para estas personas el mundo entero es una gran teoría conspirativa y toda la sabiduría y todas las respuestas viven en su mente.

Hay que aprender a tener humildad y asumir los consejos, a pesar de que el que lo da puede ser el más erróneo o pecaminoso de los seres humanos, hay que centrarse en que lo que debemos de aceptar es un mensaje que viene de un humano a otro humano, de una persona que como tú tiene las mismas tribulaciones o incluso peores y que con el deseo de ayudar nos ofrece su buen deseo mediante un consejo.

Si hay algo que todos los años que ya he vivido me han dejado es asumir la sabiduría, venga de donde venga, agradezco cuando alguien se toma el tiempo de ofrecerme algo, aunque sea pequeño, siempre se aprende; no dejo que el orgullo me ciegue si debo aprender de la persona que menos me lo espero. Para ser maestros nadie necesita ir a una universidad, la vida nos ofrece siempre todo aquello que necesitamos: las caídas, las tempestades, las tragedias, las alegrías, los logros, las metas realizadas, y miles de etcétera. Siempre nos enseña una nueva perspectiva y con ello aprendemos a potenciar todo lo que podemos hacer, hay que agradecer en lugar de ser hipercrítico, buscar siempre la mejor forma de aprender y sobre todo humildad para asumir el mensaje y darle una palmada a la sinceridad del otro ser humano que se tomó el tiempo de darte un consejo. La vida es un desafío y uno de ellos incluye aprender a aceptar consejos.

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