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DOS MINUTOS

Autoridad que liberta

El miedo es uno de los grandes enemigos de nuestra felicidad, pero ante la autoridad de Jesús el miedo se resiste, tiembla y se desvanece.

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Luis García DubusSanto Domingo

Mi amigo J.E. estaba haciendo unos trabajos de ingeniería en la región sur del país, razón por la cual había estado alejado de su esposa e hijos durante algún tiempo. Y entonces se presentó la ocasión.

“Ingeniero óle dijo una muchacha muy atractiva a quien conoció en una cenaó, yo he notado que usted está muy solo... ¿No le gustaría un poco de compañía esta noche?

J.E. vaciló un poco antes de responder, a lo que la muchacha insistió: “¿Qué le pasa, ingeniero, es que usted no tiene coraje?”

“Sí ócontestó entonces J.E.ó, lo que pasa es que mi coraje está comprometido”.

¿Cuál es la razón de haber compartido con usted este relato? ¿Qué relación tiene con el evangelio de hoy? (Marcos 1,21-28)

En este evangelio aparece el Señor Jesús manifestando su autoridad sobre los poderes de este mundo que esclavizan a la gente.

Aparece un hombre “poseído por un espíritu inmundo” (Marcos 1,23).

El Señor le ordena: “¡Sal de él!”, y libera a aquel pobre hombre de la esclavitud a la que estaba sometido, devolviéndole la paz y la libertad.

¿Acaso hay personas hoy con la necesidad de ser liberadas de “espíritus inmundos” que los esclavizan?

¡Claro que sí! ¿Cuántos hombres no están dominados por el demonio de la lascivia? ¿Cuántos son capaces de reaccionar como lo hizo el ingeniero J.E.? ¿Acaso un hombre que rechaza el ofrecimiento de una mujer atractiva no es tildado de ridículo, de falta de coraje y de masculinidad?

Pero J.E. declaró que su coraje estaba comprometido con un hombre llamado Jesucristo, que fue quien lo liberó. Pero hay muchos otros demonios dominando el mundo actual.

El demonio de la soberbia del poder está poniendo a los hombres a matarse unos a otros de la manera más ilógica, inhumana, irracional. El hombre dominado por este demonio no puede perdonar y “solo podrá producirse la paz cuando haya perdón y justicia”, dijo Juan Pablo II.

¿Y qué cree usted del demonio de la necesidad de ser importante? Los esclavizados por este no pueden sentirse bien si no se les halaga, si no les elogian.

Si se les contradice, se encabritan. Si los ignoran, enloquecen. Si nadie los felicita, se quieren morir. Son capaces de cualquier cosa con tal de llamar la atención y provocar admiración y reconocimiento. ¿Acaso no es esta una esclavitud ridículamente terrible? ¿Y qué cree usted del demonio del miedo?

La pregunta de hoy ¿Puede Jesucristo liberarme del miedo?

El miedo, disfrazado de tristeza, desaliento, depresión, y otros muchos nombres, es uno de los grandes enemigos de nuestra felicidad, y, por ende, de Jesucristo el Señor.

Ante su autoridad, el miedo se resiste, tiembla y se desvanece.

Si usted y yo dejamos que su Palabra, y sobre todo su Persona, adquiera autoridad sobre nuestro corazón y nuestra vida, experimentaremos que efectivamente su autoridad nos hace libres y una persona solo puede vivir de acuerdo con su propia dignidad cuando encuentra la verdadera libertad en la autoridad Jesucristo.

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