Homenaje a los que partieron

Hay personas que aparecen para darnos poderosas lecciones. En mi caso he tenido muchas, pero dentro de todas ellas hay una que siempre voy a llevar en el corazón por haber sido mi hermana, y a pesar de no tener vínculos de sangre llegó para darme tanta sabiduría.

Cuando estas personas se van de repente nos dejan un tremendo vacío y nos sentimos devastados. Olvidamos las tremendas lecciones espirituales que aprendimos en la calidad de tiempo que tuvimos la oportunidad de compartir, a pesar de que ellos mismos tienen defectos y viven sus propios infiernos. Pero es precisamente esa humanidad la que nos ayuda a descubrir la propia, a observarnos con humildad y asumir esas áreas en las cuales somos frágiles.

A veces tendemos a repetir patrones de conducta nocivos o buscamos a personas que nos hacen vivir el sufrimiento en primera persona, Muchas veces, por negligencia o testarudez, pasamos por el filtro del dolor en nuestras relaciones más cercanas, ignorando que aprendemos en el proceso y que crecemos, no sin caernos y levantarnos miles de veces en el proceso de la vida.

Siempre llevaré en mi corazón a mi querida Analie porque ella me dio tanto en ese espacio vital que cada uno solía tener. Pasábamos meses sin hablarnos, pero de repente me sorprendían llamadas desde Francia, donde estudiaba una maestría, y hablábamos hasta que el cansancio nos sorprendía. Son esas pequeñeces las que se hacen grandes en el recorrer de la vida. Ambos viviendo momentos duros y difíciles nos dimos tanto ánimo que cuando la vida nos separó ese conocimiento nos hizo crecer y agradecer esos momentos. Quiero homenajear a esas almas que aparecen para darnos tanto, a las que, por “x” o “y”, olvidamos agradecer y solamente cuando se van apreciamos lo mucho que nos dieron. Esa sensación de vacío contrasta con el amor infinito que experimentamos mientas tuvimos la oportunidad de compartir este efímero caminar en este mundo.

No hay duda de que para algunos somos alguien más, pero para otros somos aprendizaje en el camino, y en esta interacción sacamos lo que necesitamos para definirnos como seres espirituales. Por eso quería con estas palabras, que lastimosamente no podrás leer, dar las gracias por todo aquello que ahora sentimos cuando alguien especial se nos ha ido. El amor infinito y el agradecimiento serán algo que siempre llevaré en mi corazón por aquellos que se nos adelantaron al destino final.

Siempre llevaré lo mucho que aprendí, por esas paradojas que en vida nos tocó enfrentar casi simultáneamente, y esa amistad que ahora me hace entender que algunas almas más que especiales nos dejan tanto que ni tiempo para agradecer nos queda. Analie, no solo te deseo un buen viaje, sino que celebro la oportunidad de haberte conocido. Los que quedamos tenemos que enfrentar nuestras propias batallas, las que tú valientemente enfrentaste, y ahora solo nos queda seguir con la frente en alto como te hubiera gustado a ti misma hacerlo.