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DOS MINUTOS

¿Quién es el protagonista?

En cualquier proceso de conversión hay más de un protagonista, y hay otra historia oculta que no se toma en cuenta y casi nunca se relata.

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Luis García DubusSanto Domingo

“Un punto determinante de mi conversión fue cuando hice un curso sobre el cristianismo. Fue la primera vez que comprendí a Dios como un papá bueno, lleno de amor y ternura hacia mí personalmente. Antes de eso sólo había conceptuado a Dios como amor, sí, pero también policía, también juez, también castigador”.

Estas palabras las oí pronunciar por un señor ingeniero de 56 años, con una familia y un trabajo respetable, y una esposa modelo como cualquier hombre serio desearía tener. Él estaba hablando de lo que hizo y de lo que encontró en ese punto culminante de su proceso de conversión. Al igual que de parte de Rafa, como le llamamos sus amigos, he escuchado otros relatos de conversión, en los cuales cada cual cuenta lo que le pasó, qué descubrió, qué hizo y hasta qué sintió.

Pero recientemente he leído en una revista católica norteamericana algo diferente acerca de la conversión que me ha resultado sumamente interesante y lógico.

Dice que en cualquier proceso de conversión hay más de un protagonista, y hay otra historia oculta que no se toma en cuenta y casi nunca se relata, y es la de Jesucristo buscándolo a usted y buscándome a mí.

¿Acaso somos usted y yo los que encontramos al Señor y nos convertimos, o más bien será Jesús quien nos encuentra a nosotros y nos mueve a una mayor cercanía y amistad con él? ¿Quién es el principal protagonista?

Hablo de esto porque el tema de este domingo es la llamada a la conversión que nos hace San Juan Bautista, al urgirnos que “preparemos el camino del Señor” y que “enderecemos los senderos”. Y más adelante añade una frase impresionante. Dice este gran profeta lo siguiente:

“Ya viene detrás de mí uno mucho más grande que yo, ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias” (Marcos 1,1-8).

“He visto personas llorando en Navidad” oí decir a una querida amiga, y añadió “¿Cómo se explica esto?” “Creo,” le dije, “que la causa es que están pensando en sí mismas, y en sus fallos, y no en el Señor que viene hacia ellos con una sonrisa, y los brazos abiertos en plan de abrazo apretado”

Quien piensa en sí mismo está intranquilo, frustrado, triste. Sólo quien fija su atención en quien lo está buscando, tendrá paz, y quizás le conceda el Señor en estas navidades una experiencia única de gozo interior.

“Deje que Jesús lo encuentre, y usted se encontrará a sí mismo” La pregunta de hoy

¿Qué significa convertirse?

En el evangelio de este domingo, (Marcos 1,1-8) aparece San Juan Bautista proclamando: “Conviértanse, que ya llega el Reino de los Cielos.”

El evangelio de Marcos fue escrito en griego, y la palabra para decir ‘conviértanse’ es “metanoia”, que significa “cambio” (meta), de “mentalidad” (nous). Así que convertirse quiere decir cambiar de mentalidad.

Santa Teresita de Lisieux afirma que ella “se convirtió completamente” el día 25 de Diciembre de 1886, y lo dice con estas palabras: “Recibí la gracia de salir de la infancia, en una palabra, la gracia de mi completa conversión” (a 44v).

Así que “convertirse” significa recibir una gracia, un regalo, que nos hace posible cambiar de una mente infantil e ignorante a una mente adulta, más cerca de la verdad, de la libertad, y de la esperanza cierta.

Ese regalo nos permite manejar nuestra vida como un adulto, dejando atrás nuestra inmadura mentalidad de niño asustado, escuchando a ese amigo que nos acompaña, y entablando con Él una relación de amistad íntima basada en la confianza y en el amor.

Gran ganancia es perderle el miedo a Dios y dejarse encontrar por su hijo Jesucristo.

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