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SENDEROS

¿Cómo integrar en mí los valores?

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Principiemos con una forma pedagógica o elemental que busque dar expresión a la pregunta que muchos nos hacemos: ¿Cómo integrar en nosotros los altos valores? Podría añadirse como una metáfora: “En el desierto del alma brota una flor silvestre, en cuyos pétalos vienen inscriptos la esencia de: ¡Verdad. Rectitud. Paz. Amor. ¡No-violencia!”.

A esta flor hay que abonarla con el conocimiento de Dios que se hace premisa para dar vigencia a los mismos, haciéndonos compromisarios de revertir el estado de situación imperante en nuestras sociedades y que nos afecta sensiblemente. Si se analiza con detenimiento la interrelación entre estos valores, se comprenderá como a su vez interactúan entre sí, descargándose como una reacción en cadena; pudiendo construir una plataforma en donde se estructure el hombre con una conciencia desarrollada en base a sólidos valores, Principios éticos y sostenidos en dignidad, la que no se aliene ni se justiprecie por intereses de aquiescentes goces.

Sin presunción se observa que la verdad se autentica y valida, cuando presiona y manifiesta rectitud en el pensar, hablar y accionar, y con ello dar el carácter a las conductas que se exhiben con probidad. Todo ello crea y sustenta un ambiente de paz por el respeto que se deriva de una actitud de inapelable conducta sana; y, por tanto, el amor lo compendia todo, y supedita al hombre de participar con la no-violencia en el mundo, y quehacer diario. Es prolijo reconocer que en esto se fundamenta el desarrollo del ser. Un escenario que se hace propicio para la transformación cuando existe voluntad y decisión en el hombre para llevarlo como éxito de realización. Asimismo, los valores desenvueltos se hacen los postulados o reglas de oro para una vida que se exprese con armonía en todo su contexto de manifestación. Vale aquí hacer notar que esta flor o loto es el Logos que se hace el farol que ilumina el puerto -Dios- donde obligatoriamente por atracción de su amor debe desembarcar la nave -la conciencia- . Estos valores son inminentes senderos de realización en las divinas enseñanzas y crean las bases en donde deben accionarse los propósitos de servicios, en procura de una transformación consciente del hombre.

Estos valores, de igual modo, validan el concepto del bien en aras de construir una sociedad más sana, con efectos amplificados a los sectores menos favorecidos de los pueblos y/o naciones con infraestructuras maleables en sus economías para asegurar un bienestar de alcance social. En virtud de esto, maestros ascendidos orientan hacia una transformación individual y colectiva. Hombres sinceros se han volcado en este servicio imprimiéndole sacrificio y amor para impulsar el proyecto de redención, con base sustentadora en los principios que abarquen los valores humanos y espirituales. Una síntesis de amor, servicio y voluntad hacen de estos hombres promotores de esta apoteósica obra de transformación del ser para esta nueva era de inminente cambio a llevarse a cabo en un nuevo orden mundial, donde todos los hombres puedan vivir felices y con alto grado de conocimiento.

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