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DOS MINUTOS

¿Dónde está el Señor hoy?

El Padre nos está ofreciendo a su Hijo querido para que podamos conversar con Él durante todo el día, todos los días.

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Luis García DubusSanto Domingo

“El caso mío es este”, me contó Inés. “Estaba teniendo terribles problemas familiares, los cuales me tenían sumamente angustiada. Alguien me recomendó pedir ayuda a un sacerdote a quien no conocía. La intervención de ese sacerdote fue mi salvación. Nunca había conocido a alguien tan bondadoso y tan sabio”.

“Lo que me sucedió a mí, supongo que le habrá pasado a mucha gente”, me dijo por su parte Antonio. “Me encontraba por casualidad solo en una capilla, cuando tuve la fuerte sensación de que había alguien más allí. Fue algo extraño, realmente, porque después de unos minutos, por fin descubrí dónde estaba esa persona: estaba en esa cajita que llaman sagrario”.

“Desde entonces, cada vez que entro a un templo, busco con la vista el sagrario, y sé que desde allí Alguien está mirándome y alegre porque yo llegué”.

He relatado lo sucedido a dos personas, según sus propias palabras. Hay un caso más. Me lo contó, precisamente anoche, una dama a quien quiero mucho. Helo aquí: “Me sentí menospreciada, incomprendida y hasta insultada. Y entonces hice algo inusitado en mí. En vez de reclamar mis derechos, callé. Yo misma noté que estaba mirando a la persona que me había ofendido con una mirada llena de comprensión y afecto”.

“Tan extraña debió ser esa mirada que esa misma noche esa persona me llamó para pedirme excusas. Lo que hice fue algo realmente extraordinario en mí. No suelo reaccionar en esa forma”.

Pasemos ahora al evangelio de este domingo (Mateo 16,13-20). En él aparece Pedro descubriendo al Señor. En aquellos días el Señor estaba escondido bajo las apariencias de un hombre pobre hijo de un carpintero. Era a ese simple hombre a quien Pedro había visto hasta ese día.

El evangelio narra el momento en que Pedro descubrió que ese hombre era el Mesías, el Hijo de Dios... el Señor.

El Señor estaba vivo entre los hombres en la época de Pedro, y hoy también. En aquel entonces muchos lo veían y no lo descubrían, y hoy también. ¿Lo ha descubierto usted en algún sitio... en alguna persona...?

La pregunta de hoy ¿Dónde estará oculto el Señor hoy? ¿Dónde podremos descubrirlo usted y yo?

Creo que Inés y Antonio nos han dado pistas: en los entregados como el sacerdote, y en el sagrario.

Y también creo que la señora del tercer relato nos dio la idea de descubrirlo en el lugar donde menos personas lo buscan: dentro de sí mismas, porque la reacción de mirar a un ofensor con amor solo puede provenir de la presencia interior del Señor.

Él mismo aseguró que está en los necesitados y en los pequeños: “Cualquier cosa que hagan por un pequeño y necesitado y que son mis hermanos lo hicieron conmigo”. (Mateo 25, 40)

La revelación que Dios le hizo a Pedro es algo que está deseando hacer con usted y conmigo hoy. Él sabe cuánto necesitamos a ese amigo íntimo, y nos está ofreciendo a su Hijo querido, para que podamos conversar con Él durante todo el día, todos los días.

“Yo estoy con ustedes todos los días, hasta que se termine este mundo”. (Mateo 28,20)

Nota: la persona a quien Dios ayude a entender esto estará alerta, en continua actitud de búsqueda, y nunca más estará sola.

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