Madre del Carmelo, ruega por nosotros!

Hoy celebramos la fiesta de la Virgen del Carmen, la Madre del Carmelo, como se le llama al monte, el que procede de una cadena montañosa de Israel, que partiendo de la región de Samaria y que acaba por hundirse en el mar Mediterráneo, cerca del puerto de Haifa. Esta altura tiene un encanto peculiar. Es diferente del Monte Nebo, en Jordania, del Macizo del Sinaí y del Monte de los Olivos en Jerusalén. Todas las montañas palestinas tiene sus recuerdos teofánicos (es decir de las manifestaciones de Dios), que las convierten en cumbres sagradas y místicas. Pero ninguna tan sugestiva como el Monte Carmelo. ¿Por qué San Juan de la Cruz lo tomó como el símbolo de la ascensión mística? Seguramente se le sugirió el nombre de su propia Orden Carmelitana. Una tradición piadosa sostiene que desde los días de los profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en soledad la búsqueda de Dios. El Convento del Monte Carmelo, tiene un nombre evocador: “Stella Maris” (La Estrella del Mar). El centro del Convento lo ocupa el Santuario de la Virgen del Carmen. Debajo del altar se ve la gruta del Profeta Elías. Según la tradición, era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso defensor de la religión de Yavé. Ha sido difícil la permanencia de los Padres Carmelitas en esa montaña. En el 1291 vino la persecución árabe que causó el martirio de no pocos religiosos. Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban a Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar.

Para nosotros en nuestro país, la Virgen del Carmen es muy venerada, por lo milagrosa que es. Además fue la Virgen que tomó parte en el corazón de nuestro patricio Juan Pablo Duarte: “El 16 de julio era el día consagrado por la Iglesia a recordar el triunfo de la cruz y a rendir homenaje a la Madre de Jesús en la advocación del Carmen. En el templo dedicado a esta tendrían lugar las celebraciones que aquel año iba a revestir un esplendor especial, por disposición del vicario general. Se pensaban reunir de día en medio de la tradicional procesión de la Imagen de Nuestra Señora del Carmen, para asegurar el secreto de la sociedad y de la fundación, pues así sería menos perceptible el hecho, en medio de una muchedumbre en fiesta. Además a Juan Pablo Duarte, su fe religiosa le complacía asociarlo con un acto de devoción a la Madre de Cristo”. Y ese día fundó la Trinitaria.