Plantando semillas para el crecimiento divino

Muchas veces se quiere ser la escalera cuando apenas se conoce un escalón, todo por saber que se posee la inmensa riqueza de las mejores semillas, en dones únicos e invaluables, llenos de valores divinos y terrenos. Y siempre he de recordar que para plantar esas semillas se ha de preparar el campo donde germinarán, dando frutos y las más preciosas flores de un jardín digno de tal siembra.

Poseer una conciencia rica en conocimiento da sentido para una espiritualidad más clara, no se es espiritual por ello; una espiritualidad que ahora está floreciendo en nueva luz en otros planos de vibración divina terrena, y que todos sentimos, pero que cada cual manifiesta en estado de su vibración espiritual. Ha de saberse los estados alterados de conciencia en estado meditativos son propiedad de todos; ser espiritual es poner en obra el buen conocimiento que se hace en la prédica, que dice yo soy un ser divino, yo soy eso que es todo y por lo tanto soy todo.

Los seres humanos, en el conocimiento de su día a día, buscan sabiamente llegar a estos planos de conciencia, olvidándose muchas veces de implementar la sabiduría de ese saber. Desean reformarse buscando una paz fuera de la realidad del diario vivir sin el entendimiento de que el diario vivir es el campo donde en realidad se plantan todas las semillas.

La sabiduría para llegar a la mejor cosecha es implementar las experiencias y recordarlas cuando se transitan las dificultades. Estas son inevitables, porque son para aprender; son impredecibles, pues no se puede saber lo que pasa, de lo contrario no habrá aprendizaje; imparciales, porque nada es personal, todos atraviesan por estos estados de vida; son temporales, ya que todo tiene un tiempo para ser asimilado y comprendido, los problemas no son eternos; y por último, tinen un propósito, que es cuando se ve el significado de lo transitado.

En estos ciclos se aprende cómo es en realidad el espíritu, comenzando así el entendimiento de lo aprendido para dar en forma de ayuda y plantar las semillas de amor que germinaron en tránsito al aprender de ustedes mismos. Las realizaciones espirituales se dan en base a las experiencias de vida, curando heridas para llevar las conciencias emocionales a la sanación, dándole así libertad de acción al espíritu humano para engrandecer su naturaleza divina y la de los demás. Se debe sembrar la semilla que brotó de las vivencias en planos de conciencia y arduas vivencias, y siempre en la esperanza de estar cuidados por la divinidad de la cual todos forman parte importante, ya que todos son semillas en este vasto jardín.

Este jardín ahora da frutos, producto de la siembra que se efectuó, el jardinero cosecha y vuelve de nuevo a preparar la tierra para una nueva siembra; una nueva espiritualidad emerge en esta nueva cosecha, esperanza para todos, la tierra se renueva, todo se renueva en este tiempo en marcha hacia la siguiente etapa de evolución, que es lo que produce los cambios. Hablen con sus corazones y den acorde con sus almas para que sus planes divinos sean puestos ya en marcha.