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SENDEROS

Trascender las distracciones

La vida es una constante, en ella encontramos de todo: desde los clásicos sinsabores hasta los momentos más hermosos y bellos; su misterio ha sido el tema de muchas personas a través de los siglos, y sin embargo no alcanzamos a dilucidar todos los mensajes que nos encontramos en cada momento que nos exige y demanda entender los mismos.

Por casualidad encontré un simple verso que me dio una tremenda dosis de sabiduría, es el verso #12 del antiguo Tao te chin: 12. Distracción: “Demasiado color ciega el ojo, demasiado ruido ensordece el oído, demasiado condimento embota el paladar, demasiado jugar dispersa la mente, demasiado deseo entristece el corazón. El sabio provee para satisfacer las necesidades, no los sentidos; abandona la sensación y se concentra en la sustancia”.

Ese sencillo verso nos ofrece un panorama más amplio de lo que la distracción hace en las personas, tenemos que enfocarnos en lo que realmente somos y queremos, todo aquello que a muchos les parece ser lo que se “necesita” para existir, cuando se convierte en demasía, llega a cercenar nuestro ser; nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de actuar.

Lo que nuestros sentidos nos ofrecen es una falacia de la realidad, vemos pero no sabemos qué realmente vemos, nuestros ojos tienen una capacidad finita de vista, así al ver lo hacemos con las limitantes de nuestros ojos que como “hardware” no tienen la capacidad de ver la “realidad” en su totalidad y ante esa porción que logramos ver creemos que es todo lo que existe. Cuando vemos en demasía nos cegamos del exceso mismo, vemos literalmente lo que “podemos” y “entendemos” que es todo lo posible cuando en realidad queda mucho por ver, a la vez cuando vemos demasiado algo creemos que lo hemos procesado en su totalidad, cuando en realidad nos queda muchísimo por ver y entender.

El ruido de nuestros oídos es aquello que constantemente se repite, y nos ensordece pensando que es todo lo que debemos escuchar pero les recuerdo que nos pasa igual que con la vista, oímos limitadamente, lo mismo nos pasa con los pensamientos que nos hacen ruido con su repetición, y así nos perdemos en lo que hemos llegado a pensar que es la totalidad; la parcialidad nos va a acompañar por todo el camino de la vida y debemos de empezar a aprender a ver las cosas desde la profundidad de la sustancia ¿Qué nos quiere enseñar todo el evento, qué debemos de asumir, cómo podemos abrirnos al conocimiento que se nos quiere manifestar?

La distracción nos la dan nuestros sentidos físicos que nos han enseñado a ver, oír, saborear, disfrutar, y a ser presos de todo aquello que aparenta ser lo más importante, pero en realidad eres tú, eres esa parte que no podemos definir qué te permite sentir, pensar y desarrollarte es la que debes de potenciar, es buscar esa esencia y buscar la sustancia de ti mismo; esa parte compasiva, amorosa, proactiva y generosa que todos debemos potenciar y desarrollar, lo que en realidad somos, como dice ese verso escrito hace 2500 años: “...El sabio provee para satisfacer las necesidades, no los sentidos; abandona la sensación y se concentra en la sustancia” y para lograrlo debemos de vaciarnos de los excesos y de todas las distracciones. Finalmente entender que somos seres llamados a trascender, redimirnos y a evolucionar.

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