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DOS MINUTOS

A mí me confundieron

Para mí hubiera sido mejor que me enseñaran el “Madre Nuestra”, porque identificar a Dios con una mamá me hubiera acercado mucho más a Él.

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Luis García DubusSanto Domingo

Santísima Trinidad Juan 3, 16-18

“Tu papá te va a castigar...”. “Deja que llegue tu papá para que tú sepas lo que es bueno...”.

Estas expresiones, en mi tiempo, eran muy comunes. La figura del papá era una amenaza.

El Padre Cuando me enseñaron el Padre Nuestro, traspasé inconsciente e inmediatamente ese miedo a Dios.

Para mí hubiera sido mejor que me enseñaran el “madre nuestra”, porque identificar a Dios con una mamá me hubiera acercado mucho más a la verdad. Total, que a mí me confundieron. Yo no tenía ni la más mínima idea de que “Papá Dios” era también, igualmente,“Mamá Dios”, y que de ninguna manera y bajo ningún concepto, era alguien a quien yo tuviera que temer.

Mire amigo, lo contrario de amor no es odio, sino miedo, y hoy, después de muchos años de revisión y reconstrucción de mi imagen de Dios Padre, he comprobado que tenerle miedo a Dios es la cosa más injusta y contradictoria que puede uno hacer, puesto que Dios es amor, y ¡de Él no voy a recibir nunca otra cosa que no sea cariño, ternura, comprensión, respeto y apoyo!

Y le he encontrado pleno sentido a esta frase: “El cristiano está llamado a descubrir el amor del padre, y a saberse protegido por Él”. (San Juan Pablo II).

El Hijo Todo esto acerca del Padre me lo ha revelado su Hijo Jesucristo. También me ha dicho que no hemos nacido para vivir sufriendo sin sentido en un valle de lágrimas. Que Él nos ha salvado, y ha conseguido para mí la misma vida que Él tiene. Además nos ha abierto de par en par la puerta para entrar en una relación de intimidad y de total confianza con ese Padre suyo y mío, a quien Él nos enseñó a llamar “Abba”, o sea “Papito”. Quizás no haya nada que yo agradezca más al Señor Jesús, que el hecho de regalarme la capacidad de tener una relación amorosa con su Padre, y de revelarme que sólo porque yo lo reconozca y me acoja a Él, será también mi Padre. 1ra Juan 2,23 y 3,1).

Un Padre en quien puedo confiar absolutamente, sin miedo alguno, ya que su amor por usted y por mí es incondicional y gratis. En resumen, un Padre bueno en cuyos brazos podemos descansar. Entre tanto asombrosamente, Él, el Hijo, siendo Dios, está entre los hombres “como el que sirve. (Lucas 22,27)

El Espíritu Santo Pero hay más. El Padre y el Hijo me han regalado su Espíritu, para que se convierta en Maestro y Guía interior, para que jamás estemos solos. Para que nunca sea presa de la desorientación ni del desaliento, puesto que siempre puedo acudir a ese Espíritu que vive en mí y recibir de Él sabiduría y fortaleza.

Este Espíritu es quien nos ha ido ayudando a entender la Verdad, que es Jesucristo, y la fuente del Amor que es el Padre.

Hoy es día de la Santísima Trinidad. Misteriosa realidad que da, sin embargo, fundamento y sentido a la vida humana, ya que la experiencia de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo no es algo abstracto, sino historia nuestra, concreta, asombrosa e ilusionante experiencia personal.

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