No seas terco, ¡déjate ayudar!

Como seres humanos, en ocasiones, se nos hace difícil reconocer que no somos expertos en ciertos temas, que no sabemos cómo empezar, y necesitamos una mano extra para cumplir, con éxito, cualquier tarea.

Es de humanos pedir ayuda a quien desinteresadamente la ofrece y posee los recursos que quizás tú tienes, no para realizar ciertas actividades. Es que siempre cuatro ojos verán más que dos, y unas manos extras ayudarán a agilizar las cosas.

Siempre me gusta utilizarme cómo ejemplo en mis artículos, nada personal, pero creo que la realidad del otro nos ayuda a acercamos a la propia, así que les ilustro: En días pasados estaba vuelta un lío con una asignación, de la cual tenía dudas en cuanto a mi redacción (así es), iba ya avanzada, pero no me convencía, así que pedí opinión.

Solicité dos revisiones a personas que entendía más que adular la escritura podrían ser críticos y gracias a Dios ¡así fue!, interiorice las correcciones que me hicieron y terminé por borrar las 400 palabras que ya tenía para un borrón y cuenta nueva, con un resultado mucho mejor que el primero.

El que ellos me hayan ayudado a salir de las nubes grises que aturdían mi cabeza no me hizo sentir inferior y, sobre todo, estoy segura de que no se sintieron superiores. Al final, de eso se trata la ayuda, ser arcoíris, en la vida ajena y en la propia.

Hay muchas personas que por no pasar por tontos, prefieren dar un paso equívoco, pero esa actitud los hace mucho más tontos. Reconocer que no siempre somos sabiondos y tenemos dudas como los demás, nos hará mejores.

No ser terco y dejarse ayudar, es lo que importa. El conocimiento ajeno y el propio te alejarán de la ignorancia de creer que lo sabes todo y que siempre podrás, por ti mismo, hacerlo todo porque, querido amigo, te traigo un spoiler: La vida no funciona así.

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