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Job, falsas amistades y sadismo benévolo

El personaje bíblico Job era muy conocido en su época por ser inmensamente próspero, pero por avatares inesperados, vio esfumarse su fortuna y también tuvo el golpe afectivo sumamente doloroso de la muerte de sus hijos.

Pero ante estas desgracias materiales y afectivas, Job mantuvo su fidelidad a Dios, como podemos ver en la siguiente descripción bíblica: “Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia. Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito". (Job 1:18-21).

La acción de Job de rasgar su manto, rasurar su cabeza y postrarse en tierra es la manera simbólica de expresar su enorme sufrimiento por la muerte de sus hijos. Y esto es muy importante que se entienda, porque muchas personas creen que las reacciones de duelo tienen que ser teatrales para que los demás le consideren una persona de sentimientos nobles. Incluso muchos critican a quienes no tienen ese tipo de reacciones y les acusan de no tener sentimientos ni ser personas de fe. Sin embargo, es todo lo contrario, las personas con una fe fuerte, saben que existen pérdidas irreparables y otras que afectan mucho, pero no son así, como las económicas -aunque son terribles- se pueden recuperar e incluso tener posteriormente una bonanza mayor, como ocurrió al final con Job.

El infortunio de Job continuó: "Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de cenizas". (Job 2: 7-8).

Sarna maligna es una picazón fuerte que molesta más en horas nocturnas, suele acompañarse de ampollas o escamas en la piel. Su nombre científico es Escabiosis. En la actualidad es curable, pero no en la época de Job, razón de su inmenso tormento, ya que la única manera de aliviarse ligeramente era rascarse más, más y más.

La esposa de Job estaba muy molesta con las cosas que estaban ocurriendo y bajo un estado de cólera emocional le dijo: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete”. (Job 2:9). Aunque Job se sintió desconcertado al escuchar las palabras de su consorte, sin dar muestras de ira le respondió: “Hablas como una necia".

Muchas personas al ver la conducta de la esposa de Job, suelen reaccionar con palabras impublicables contra ella, sin embargo, cosas parecidas suelen ocurrir en parejas con calamidades económicas con una frecuencia muchísimo mayor. Y cuando una persona se siente enojada, trata de decirle palabras hirientes a la otra. Y ella creía en su momento de cólera emocional que la manera más agresiva de herir a Job, era pidiéndole que, en lugar de mantener su fe, maldijese a Dios.

Veamos las sabias enseñanzas de Séneca en sus "Obras Morales", al referirse a pasiones como la cólera: "Primeramente, es más fácil excluir lo pernicioso que gobernarlo; más fácil no darle cabida que moderarlo después de haberlo recibido. Lo mejor es rechazar los primeros impulsos de la irá, sofocarla en su cuna procurando no caer entre sus garras; porque luego que ella se apodera de nuestra razón extraviada es difícil salvarse retirándose. Repito hay que rechazar al enemigo desde su primera aparición, que si entra y llega a forzar las puertas no recibe ya órdenes de los vencidos".

Muchos seres humanos sienten una especie de pasión morbosa con difundir informaciones de otras personas y eso explica que, en una época sin tecnología, las desgracias ocurridas a Job fuesen de conocimiento público aun en los lugares más remotos, mucho más cuando se trata de personas prósperas.

Tres amigos de Job se enteraron de su desgracia. Elifaz de Temán, Bildad de Súad y Sofar de Naamat, decidieron visitarle para compartir su pena y consolarlo. Al verlo de lejos no lo reconocieron. Empezaron entonces a llorar a gritos, rasgaron sus mantos y echaron polvo sobre sus cabezas. Se sentaron en el suelo a su lado durante siete días y siete noches, sin decirle una sola palabra, viendo su terrible dolor. (Job 2: 11-13).

Aprovecharemos la llegada de esos dizque amigos de Job, para explicar el concepto “sadismo benévolo”, usado por el psicoanalista y escritor Erich Fromm en su libro: “Anatomía de la destructividad humana".

Sadismo es el placer que siente alguien con ocasionar daño físico o moral a una persona, a una multitud o a animales, acompañado eso de la sensación de poder por conseguir lograr ese objetivo.

“Benévolo” es aquello que resulta amable, cariñoso, simpático, al menos no dañino. Y eso se ve muy bonito, pero al antecederle la palabra “sadismo”, lo que sucede es que, aparentando querer nuestro bien, lo que en realidad hacen es fastidiarnos la vida. Pondré un ejemplo que conozco de primera mano: Una persona de clase alta al terminar la secundaria, expresó sus deseos de ingresar como cadete del Ejército dominicano. Su tío había sido un militar de alto rango, muy destacado en su época y su padre también logró un elevado rango, pero sin el brillo de su hermano. El joven estaba muy entusiasmado con sus planes, pero su padre con palabras amables y bondadosas le dijo que no deseaba que él tuviese que padecer las “calamidades” que él tuvo que soportar durante su vida militar, y que prefería que él le diese la inmensa satisfacción de graduarse de arquitecto, para que hiciesen realidad varios proyectos que tenía en mente con el dinero ahorrado. El joven se quedó callado...Y se inscribió en arquitectura en la universidad. Se graduó con honores, sin embargo, nunca ejerció esa profesión.

Y aunque posteriormente logró ingresar como oficial del Ejército e incluso alcanzar un alto rango militar, no logró toda la felicidad anhelada, porque su sueño era ser un militar de carrera, y el sadismo benévolo de su padre frustró sus planes.

Veamos otro ejemplo de sadismo benévolo, tomado de la propia experiencia del inmenso escritor Franz Kafka, en su libro “Carta al padre”: “Si comenzaba a hacer algo que no te gustaba. Y tú me amenazabas con fracasar. El respeto de tu opinión era tan grande, que el fracaso, aunque quizás tardío, era inevitable. Perdí la confianza en mis propias acciones".

La psicoanalista francesa Marie France Hirigoyen, aunque no usa el término sadismo benévolo (ella habla de microtraumas afectivos), plantea que “Cada ataque tomado separadamente no es realmente grave. Pero el efecto acumulativo de los microtraumatismos frecuentes y repetidos constituye la agresión”.

Los supuestos amigos de Job usaron otra técnica del sadismo benévolo (de inicio mostrar grandes manifestaciones de afecto y solidaridad) con la intención de que funcione como una especie de “anestésico afectivo”.

Los supuestos amigos de Job usaron otra técnica del sadismo benévolo (de inicio mostrar grandes manifestaciones de afecto y solidaridad) con la intención de que funcione como una especie de “anestésico afectivo”.EXTERNA/

En cuanto a los supuestos amigos de Job, estos usan otra técnica del sadismo benévolo (de inicio mostrar grandes manifestaciones de afecto y solidaridad) con la intención de que funcione como una especie de “anestésico afectivo”, que produzca un “adormecimiento” de la claridad de conciencia de nuestro cerebro, para que así no seamos capaces de defendernos de manera adecuada. Eso explica que llegasen como dice la canción compuesta por Tite Curet Alonso, titulada “Teatro”, e interpretada de manera magistral por la cantante La Lupe, que en unos de sus versos dice “Igual que en un escenario, finges tu dolor barato, tu drama no es necesario, ya conozco ese teatro”.

Eso permite entender mejor la teatralidad de estos “amigos”, que incluso lloran, rasgan sus mantos y echan cenizas sobre sus cabezas, además de durar siete días y siete noches a su lado sin hablarle a Job, lo cual también es supuestamente una muestra de respeto por el dolor ajeno.

Todo ese comportamiento sería muy loable, a no ser porque luego sus expresiones comienzan a delatarlos. Bildad Suhita le dice “Sí tus hijos pecaron contra él, Él los echó en el lugar de su pecado”. (Job 8:4).

Puede usted imaginar el dolor tan lacerante que produjeron estas palabras en el alma de Job, las cuales, para colmo, vienen enmascaradas usando el nombre de Dios. Un padre que acaba de perder de manera trágica sus hijos, un aparente religioso le dice que eso ocurrió porque ellos eran unos malvados pecadores.

Sofar, otro sádico religioso, le dice a Job: “Más ¡oh, Quien diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo, y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas: Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece”. (Job 11:5-6). Usando también el nombre de Dios para enmascarar su sadismo, Sofar argumenta que las horribles cosas ocurridas a Job eran un acto de justicia de Jehová, porque este sabía que él era un hombre falso, tramposo y pecador, pero que se presentaba ante los demás como un hombre noble.

Frente a los insultos y acusaciones de estos sádicos benévolos, Job reacciona con estas palabras sublimes y memorables: “Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos le verán, y no otros, aunque mi corazón desfallezca dentro de mí”. (Job 19:25-27).

Y Dios terminó premiando la fidelidad de Job. “Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz Temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado de mi lo recto, como mi siervo Job. Id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuánto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job. Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos, y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero. Y tuvo siete hijos y tres hijas. (Job 42: 7-8, 10, 12, 13).

Como epílogo deseamos dejarles establecido que las falsas amistades y el sadismo impiden cosechar buenos frutos. Eso queda demostrado con el final de esta historia en que Job sale redimido y sus “amigos” desacreditados.

El autor es general psiquiatra (retirado) del Ejército

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