PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Arrupe sospechoso y preso

Japón entró en la Segunda Guerra Mundial el 8 de diciembre de 1941. En la histeria que se adueñó de los contendientes los primeros días de la guerra, el extranjero Arrupe apareció como sospechoso de estar al servicio de los intereses del Occidente enemigo. En los Estados Unidos, más de 100,000 ciudadanos de origen nipón fueron encarcelados en unos 75 centros de reclusión. Arrupe estuvo preso treinta y tres días en severas condiciones. Su celda era “minúscula”. Hasta allá llegaron los villancicos navideños de sus queridos parroquianos que se esforzaban por alentarle rompiendo su soledad. Como lo recordará años después, esos días su esperanza, fe y amor crecieron con la fuerza del Espíritu Santo. Todo el tiempo, Arrupe dispensó un trato “cortés y digno” a los oficiales de la prisión y los funcionarios encargados de su causa.

Puesto en libertad, Arrupe fue nombrado Maestro de Novicios, uno de los cargos más delicados de la Compañía de Jesús. Le tocaba ayudar a los jóvenes japoneses que querían ser jesuitas a conocer la Compañía de Jesús, sus tareas, modo de vida y, sobre todo, su fundamento espiritual. Por su parte, Arrupe tenía el encargo de la orden de discernir si el candidato era apto para la Compañía.

Aleccionado por la necesidad de encarnar el evangelio en la cultura japonesa, Arrupe montó un noviciado profundamente nipón. Mostró su apreció por la tradición cultura japonesa, especialmente su vertiente espiritual, la cual consideró una buena base para la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. En ese audaz esfuerzo de adaptación, Arrupe se apartaba de los trillados caminos de los noviciados tradicionales y se adaptaba al estilo de vida de la cultura japonesa, siguiendo las huellas de otros misioneros jesuitas de la talla de Mateo Ricci.

“Los novicios tocaban con sus manos el optimismo, la generosidad, la nobleza, la austeridad, la dedicación y la virilidad de su maestro [de novicios], la conjunción de virtudes congénitas y una vibrante vida espiritual…Arrupe en la capilla a la primera hora del día, inmóvil sobre el tatami (esterilla de paja), su preocupación por cada uno de ellos…” (Pedro Arrupe, General de la Compañía de Jesús. Nuevas aportaciones a su biografía, (2007) Gianni La Bella, editor, 124). La guerra continuaba. Corría el 1945. El noviciado se encontraba en las afueras de una ciudad japonesa: ¡Hiroshima!