enfoque

Aprende o emprende

¿Qué gano cuando pierdo?

¿Será posible que exista una intención positiva detrás de las acciones que no funcionan? ¿Cómo se puede explicar que acciones como procrastinar, comer demasiado, llegar tarde a las citas o no planificar la agenda laboral puedan tener algo bueno?

Es muy sencillo. Tendemos a creer que todo lo que hacemos, lo hacemos de forma consciente, razón por la cual no entendemos que detrás de una conducta que nos perjudica podamos estar obteniendo algún beneficio.

Nuestra mente consciente solo puede dar sentido a lo observable, es decir, a la conducta que realizamos, sin detenerse a reparar en lo que puede haber detrás de esa conducta aparentemente indeseada. En otro orden, significa que nos cuesta separar la conducta de la intención que subyace detrás.

Toda conducta sea juzgada buena o mala, tiene una intención positiva, algo que nos impulsa a realizarla sin que seamos consciente de ello.

Algunas veces nuestros comportamientos nos ocasionan conflictos tanto en lo personal como en lo laboral, sin embargo, y sin caer en la justificación, esas formas de actuar en el momento que se originaron nos fueron de utilidad, es decir, representaban inconscientemente la mejor opción que disponíamos en ese momento, independientemente lo inadecuadas o incomprensibles que pudieran parecerles a otras personas, de lo contrario no se hubiesen instalado en nuestro cerebro.

Un ejemplo tácito es la acción de fumar. El fumador, ¿desea realmente provocarse un cáncer o simplemente el hábito se originó como un mecanismo para calmar su estrés? Lo ideal es, detenerse a reflexionar y observar en qué estado emocional se encuentra previo a encender un cigarrillo. Si reconoce que es bajo un estado emocional estresante, lo indicado a tratar no es reducir el número de cigarrillos, sino más bien, enseñarle al fumador otras formas de reducir el estrés. Es decir, a obtener el mismo beneficio (eliminar el estrés) mediante otras conductas que no le perjudiquen, por ejemplo, aprender a respirar, practicar yoga, mindfulness u otras técnicas de relajación. Al actuar sobre la intención positiva podemos radicar la conducta indeseada.

Este análisis nos lleva a la conclusión que debemos siempre tener presente separar la conducta de la intención, para reflexionar si ese hábito que fue instalado en el pasado todavía nos beneficia o nos perjudica en la actualidad. Es comenzar a transitar en ese camino del autoconocimiento y detenernos a buscar las raíces que lo originaron -no es aprobar las conductas destructivas- sino más bien entenderlas, para poder erradicarlas.

Cuando comenzamos a comprender la distinción entre la conducta y la intención, estamos listos para descubrir una llave mágica para el cambio personal.

¿Tienes alguna conducta que desees cambiar? Te reto a encontrar la intención positiva.

Entrenadora Internacional de PNL.

Facilitadora de cambios 

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