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EL BULEVAR DE LA VIDA

El museo cínico del absurdo

En el manejo del llamado “tema haitiano”, nuestros gobiernos han sido lo más parecido a la gatita de la tía Dora, y el país una especie de gran museo cínico del absurdo.

Nadie puede negar el drama que para la economía y la estabilidad del país representa que mafias -generalmente conformadas por funcionarios del Estado, civiles y militares, y empresarios que gustan de una mano de obra dócil y barata por la lógica razón de ser indocumentados-, actúen con absoluta impunidad. Al día de hoy, ¿cuántas mafias han sido desarticuladas y sus miembros apresados? ¿Cuántos empleadores de indocumentados y violadores de la ley del 80-20 han sido sometidos a la Justicia?

Cuántas veces vamos a repetirlo: Un país no puede seguir siéndolo por mucho tiempo, si su Estado no es capaz de -respetando los derechos humanos- controlar dentro de una mínima porosidad fronteriza casi inevitable la inmigración ilegal hacia su territorio, más aún si una parte importante de su economía depende del trabajo de esos indocumentados.

Somos el museo cínico del absurdo. No queremos haitianos caminando en nuestras calles, ni visitando nuestros hospitales, pero sí trabajando sin Seguridad Social ni derechos en nuestros residenciales, torres, construcciones y especialmente en nuestras fincas, donde en más de un rubro agrícola son ya imprescindibles, parte fundamental del proletariado nacional.

(Recuerden que Marx no ha muerto sino que, caído el muro de Berlín, decidió irse de parranda).

¿Qué puede explicar la negativa de todos nuestros gobiernos a acabar con las citadas mafias y aplicar la ley a los empleadores de indocumentados? Pues, el poder político que en la base de nuestra sociedad tienen esas mafias, y el poder económico de esos empleadores.

No olviden que aquí, cada cuatro años hay unas elecciones que no se ganan ya con discursos ni programitas de gobierno, sino con dinero, mucho dinero, si es legal mucho mejor. Por eso vivimos en una plutocracia cada vez peor disimulada. Precisamente por eso el poder del lavado de activos y el narcotráfico en nuestra política y especialmente en posiciones de Estado, ganadas democráticamente voto a voto, y más exactamente peso a peso.

En el tema de la migración haitiana, todos nuestros gobiernos que gobierno han sido con sus demócratas de pacotilla y sus nacionalistas de pose y fingimiento, han actuado como la gatita de la tía Dora.

Somos ya el museo cínico del absurdo.

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