Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Tiempo para el alma

“Porque es fuerte su amor hacia nosotros”. Sal. 117. 2.

Esta verdad impulsa el sentido cristiano: el percibir, saber que Dios nos ama. Es un sentimiento difícil de entender para quienes no creen, podría parecer intangible, poco claro e incluso absurdo. Es que parece no haber evidencia cotidiana de su amor, como sí ocurre con abrazo de otra persona, un hijo, una madre, un compañero; o al recibir un ramo de flores de un enamorado, que te hagan esa comida que tanto te gusta o ser atendido con devoción cuando enfermas y estás en cama. ‘¡Esas sí son evidencias conocidas y claras de amor!’ Son recibidas y entregadas a personas de carne y hueso. Pero ¿y Dios? ¿donde está su abrazo, dónde su ramo de flores o su detalle en la comida, cómo te atiende mientras tiritas de fiebre o te revuelcas en un dolor? Él está en ese primer pensamiento de quien sabe que necesitabas un abrazo, en el aroma de las flores, en la intención de agrado de quien te hizo tu comida favorita, en la solidaridad de quien decidió cuidarte. Pero está está también en el milagro de tu despertar, estuvo en ese momento en que no atropellaste al peatón que apareció de la nada mientras conducías en la avenida; está en esos momentos en que dices ‘¡uy, por suerte!; está el amor de Dios en tus momentos de dicha, de aprendizaje, de tristeza y de esperanza. Al amor de Dios no hay que verlo, hay que reconocerlo.

Tags relacionados