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EL BULEVAR DE LA VIDA

De Marcha Verde, condones y bicicletas

VERDES Y CLASE MEDIA. Una vez más, el movimiento Marcha Verde muestra su poder de convocatoria, expresión de hartazgo de una parte de la amplia clase media hacia las inconductas éticas, “indelicadezas” y “desacciones” (corrupción e impunidad quiero decir, y estoy diciendo); de miembros del sistema político empresarial que en el país comenzó a montarse a partir de la caída de la tiranía, y que fueron perfeccionando primero el PRSC y luego el PLD y el PRD (ahora PRM) y otra vez el PLD. La Marcha verde es la indignación de miembros de una amplia clase media que, gracias a Dios, a su esfuerzo y la economía del país, puede ocuparse de estos asuntos éticos tan fundamentales pero que sólo pueden convertirse en reales problemas en los países que han sido capaces de crear o aumentar su clase media. La clase media es la medida del desarrollo de un país. Precisamente por eso, el país ideal es uno con muchos ciudadanos educados y pocos votantes, con instituciones fuertes, muy pocos riquísimos, y sin pobrísimos.

VERDES DEFINICIONES.- Porque las bicicletas son para el verano como los condones son para el sexo, la Marcha Verde debe definir y definirse, pues sus proclamas y manifiestos (el de ayer, por ejemplo) no coinciden con lo que uno considera son las intenciones de gran parte de sus caras más visibles. Reducir la lucha contra la corrupción -exclusivamente- al partido que mayor cuota de poder tiene en la dirección del Estado (el PLD) y a sus presidentes, es confundir la meta, errar el tiro. Uno quiere suponer que el objetivo del movimiento no es simplemente sustituir “al actual régimen de corrupción e impunidad (...) y a la actual dirección del Estado”, entiéndase PLD, sino a un sistema político empresarial del cual el PLD ha comido más hojaldres sencillamente porque ha tenido y tiene más salivas, pero cuidado, que cuando los demás miembros de alcurnia y abolengo de la partidocracia han reinado en Palacio, nada han hecho para transformar ese sistema político empresarial que es el origen de todas las perversiones políticas y en el que participa, no solo la partidocracia, sino también los príncipes del capital que ya existen y que han ido surgiendo con cada gobierno. Los nietos de los confesos “300 millonarios” del Dr. Balaguer son hoy prohombres de la ética y el decoro, por ejemplo. ¡No te jode!

VERDES COMPARACIONES. En el tema ético uno ha sido especialmente crítico (-como pocos, pero sin insultos personales ni histerismos amarillos ni coprológico periodismo-) con los gobiernos del PLD, entre otras razones, porque el viejo sabio de Río Verde, Juan Bosch, creó un partido cuyo sello distintivo y ventaja comparativa era la decencia, la ética, la organización y la disciplina, y las anécdotas sobre la reciedumbre moral de don Juan están allí para volver a contarlas. El PLD carga en sus hombros lo que he llamado “el precio de vencer”. Cuántas veces va uno a decirlo: el PLD abandonó el libro de Bosch y tomó el del Dr. Balaguer para ganar elecciones y las ha ganado. La crítica queda, pero queda el reconocimiento, pues, así como para encontrarle sentido a la vida no hay como enfermarse, para reconocer las luces de los gobiernos del PLD, nada hay como compararlos con los de sus pares de la partidocracia reinante, y pienso ahora en aquellas administraciones que de tan funestas regresaron al Dr. Balaguer al Palacio Nacional; como pienso en la crisis financiera de 2003, en la cualquierización en las formas y el irrespeto (con cárcel incluida) hacia el ejercicio del periodismo.

¿SIN PARTIDO? La actual coyuntura nacional e internacional, el momento que vivimos hoy y ahora mismo, es el mejor momento para que, entre todos, incluidos los poderosos de la política, de las iglesias, “la Embajada” y del capital, reinventemos la forma de hacer y ejercer la política y los negocios, ay, los negocios. Hagámoslo ahora, que todavía nos queda algo de prigilio y raciocinio, no vaya a ser vaina y en una verde marcha de domingo, aparezca el peligroso estribillo que escuchamos en Sol, en aquel 15M de los indignados madrileños: “El pueblo unido funciona sin partido”.

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