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ORLANDO DICE

La Ley de Partidos en semana crucial

UNO: CON TANTOS DOLIENTES HASTA MISA.- La Ley de Partidos nunca jugó su albur, su suerte lógica. La oposición convenció a sus seguidores que era cosa del PLD, de que hasta que no se pusieran de acuerdo Leonel Fernández y Danilo Medina no habría legislación. Con esa excusa, escudada detrás de esa mampara no hizo lo que era propio que hiciera. Motivar, demandar, reclamar, presionar, forzar, como en otras cuestiones. La situación, sin embargo, era más compleja. Solo hay que observar lo que ocurre ahora. Los peledeístas todavía no cantan victoria, los proyectos de Partidos y Electoral lucen enchivados, y surgen iniciativas de los oponentes para sacar la pieza a camino. ¿Por qué ahora la oposición hace propuestas para superar el impasse y no deja que el PLD se consuma en su salsa, que Fernández le doble al brazo a Medina, o viceversa? El PRM debió haber hecho de tripas corazón hace mucho tiempo, y es ahora cuando ahoga al niño que todavía no nace con el cordón umbilical, creando una situación de muerte consentida sin aborto. El PRSC ofrece como alternativa su tutifrutti y los diputados de Fernández acotejan la carga para que el mulo pueda llevarla a su destino.

DOS: ¿A FAVOR O EN CONTRA?.- ¿A qué vienen tantas propuestas faltando una semana para el cierre de la legislatura que se dijo que -sin mancar- aprobaría los dos proyectos, el de Partidos y el Electoral? Ninguno de los ofertantes explica con suficiencia, pero sí queda claro que la cosa nunca fue como se dijo. Una ley de partidos no puede ser el capricho de una sola fuerza política, aunque tenga mayoría en las cámaras. Debe ser obra del conjunto de sectores, incluyendo la infaltable sociedad civil. Las sugerencias tienen remitentes conocidos, aunque no los destinatarios. Hablan de fórmulas consensuadas, pero ¿entre quiénes, por quienes y a favor o en contra de quienes? El gobierno no aparece por parte, aun cuando está tan cansado como los demás de arar en terreno pedregoso, pero igual temeroso de que se le cargue la culpa del fracaso. De ahí que intrigue el nuevo afán, sabiendo como se sabe que una salida salva de la hoguera al PLD, o a sus principales líderes. La idea ahora parece no ser la que se suponía: entregar en bandeja de plata la cabeza de uno al otro. Así fue que planeó, así fue que se planteó. Que se impusiera la reelección con las primarias abiertas o se favoreciera la candidatura del oponente con las primarias cerradas. De afuera vendrán que a los de adentro resolverán.

TRES: NEGOCIO BAJO CUERDA.- La verdad que desde el principio se hizo evidente que el problema de la Ley de Partidos eran los bandos, las tendencias, las facciones. Que Danilo Medina y Leonel Fernández, pero sin olvidar a Hipólito Mejía y Luis Abinader, y a Quique Antún y José Hazim. Lo de Fernández y Medina fue lo más protagónico, pero no lo único. Mejía dijo desde el principio que estaba de acuerdo con primarias abiertas, pero que se acogía a la línea oficial del PRM de primarias cerradas, aun cuando sabía que ese era un propósito de Abinader y su mayoría mecánica en la pasada Dirección Ejecutiva. Véase si no que en la primera reunión de la nueva Dirección Ejecutiva la posición se flexibilizó, y tuvo que ver con la resistencia del grupo de Mejía a apoyar -como si fuera caña para el ingenio- la versión corregida de Fernández, y que se había negociado bajo cuerda. Lo que ahora presentan los diputados de Fernández como propia, fue lo que se consideró de conjunto con Luis Abinader. Solo que en la ocasión se da el pecho y la cara, y la idea era actuar por trasmano, sumarse a la opción del PRM como acto de buena voluntad y dando a entender que se sacrificaba la posición originaria.

CUATRO: UN PAQUETE ADECUADO.- La semana pinta interesante con un menú tan variado y apetecible. La Junta Central Electoral convocó para mediado y el escenario sería oportuno para definir líneas y conductas, en caso de que en el pasado fin de semana se amarraran posibilidades. Pues de tres propuestas se podría sacar una. Como el aceite de carro: Tres en Uno. La incógnita sería el gobierno. Si fuera parte del entendimiento, y viendo como vuela el tiempo, podría prorrogar la legislatura, de manera que no haya que apresurarse, y al contarse con dos semana más, hacer las cosas como manda Dios. Además hay aspectos cruciales que dependen del Ejecutivo: la promulgación y la observación. Si la gente de Danilo Medina asistiera al parto, no habría problema con el bautismo y mucho menos con la confirmación. Solo sería cosa de entregar adecuadamente el paquete. Idear una paráfrasis de la consigna de Jacobo Majluta en la campaña de 1986: Con la Ley de Partidos ganamos todos. Lo que debió pensarse desde el primer momento y ser la principal motivación a lo largo de estos años, pero sobre todo en los últimos meses. Todos pusieron piedras en el camino, y lo justo y apropiado ahora es que entre esos mismos todos las remuevan.

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