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Las redes y sus bemoles

La Tecnología de la Información y la Comunicación esta moldeando el mundo en que vivimos de una forma vertiginosa. Nunca como ahora el cambio fue más constante. Todos los días surgen nuevas herramientas de comunicación e interacción dentro de ese espacio virtual que se conoce como internet que han horizontalizado y democratizado la difusión y el acceso a la información como nunca antes.

Y una de las herramientas más características de este fenómeno la constituyen las redes sociales, espacios en los cuales millones de personas alrededor del mundo expresan sus pareceres y difunden información de toda suerte y naturaleza.

Las redes son utilizadas por iconos culturales y líderes políticos, religiosos y sociales, para mantener comunicación directa e interactuar con sus seguidores y admiradores, y por igual por personas comunes y corrientes que, dependiendo de la cantidad de seguidores que tengan en sus cuentas, pueden convertirse en influenciadores digitales cuyos mensajes y opiniones en algunos casos pueden tener más alcance que los que se emiten por cualquier medio tradicional.

Es la parte positiva. Pero las redes sociales también tienen sus bemoles.

Los padres de los posmilenials, por ejemplo, tenemos que lidiar con el ascendiente que tienen sobre nuestros hijos individuos con escasa o ninguna formación que alcanzan la condicion de “influencer” subiendo videos a Instagram o YouTube, en los que protagonizan cualquier cantidad de estupideces que muchas veces colocan a sus jóvenes seguidores en situaciones de peligro cuando tratan de imitarlos.

Otro aspecto que genera preocupación en los padres de estos nativos digitales que no conciben el mundo sin un teléfono inteligente en sus manos, son las cadenas de mensajes que promueven retos, algunos de los cuales resultan bastante inquietantes.

Hace unos años en los Estados Unidos dos niñas de doce años apuñalaron 19 veces a una compañera de clases de la misma edad. Según confesaron lo hicieron “por órdenes” de un tal “Slenderman”, un personaje de internet que supuestamente les habría exigido cometer un asesinato como condición para ingresar a su secta.

Absurdos de esta índole que buscan alterar la conducta de los adolescentes se repiten cada vez con mayor frecuencia. En estos momentos, por citar un caso, circula una cadena de mensajes que tiene como protagonista a un tal “Momo”, un personaje con un rostro perturbador que envía mensajes de WhatsApp desde un número desconocido amenazando con atormentar a quien no los reenvíe a todos sus contactos.

Pero las redes sociales son también el vehículo por excelencia para la transmisión de noticias falsas. Una situación que ha puesto en aprietos a empresas como Facebook y su fundador Mark Zuckerberg, quien ha sido cuestionado por la facilidad con que grupos de interés hacen uso intensivo de esa red social para difundir mentiras e influenciar conductas en segmentos específicos de una población determinada.

Lo que está provocando que muchas de estas plataformas busquen soluciones desarrollando mecanismos que limiten la posibilidad de ser utilizadas para la difusión masiva de noticias falsas y mensajes basura.

Pero lo más deplorable de las redes sociales es la cantidad de bilis y odio que se transmiten por ellas. Y en eso nadie compite con Twitter.

Decenas de personalidades han abandonado esa red social debido a la cantidad de insultos y descalificaciones que reciben de ejércitos de “haters” y “troles” que abundan como la verdolaga en el submundo de esa plataforma digital. Muchos son espontáneos, pero otros tantos son dirigidos con la intención de dañar, difamar, desconsiderar y convertir en “tendencia” cualquier mentira malintencionada.

En la red del pajarito azul la verdad importa muy poco, y aunque tendrá sus bondades, en sentido general ha devenido en un estercolero donde cualquier analfabeta funcional distorsiona lo que otros dicen o escriben y donde habitan toda suerte de idiotas y fabuladores que con una irresponsabilidad pasmosa difunden falsedades y teorías conspirativas.

Para algunos teóricos el futuro de la comunicación social radica en las redes sociales.

Se trataría de una proyección distópica.

Porque como señalara el escritor y filósofo italiano Umberto Eco: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino. Sin dañar a la comunidad, rápidamente eran silenciados. Pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”.

¡Una verdad como un templo!

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