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En la diana

Primer Tiro Después de demostrar que las expectativas devaluatorias del mercado interno han estado “desvinculadas” de los fundamentos, y por encima de las que ha mantenido el mercado internacional, en la entrega del pasado 14 de junio del año en curso se planteaba, por primera vez en esta columna (luego se repetiría), que los empresarios e inversionistas con expectativas devaluatorias exageradas “deberían tomar muy en cuenta que según la Ley de Ingresos y Gastos Públicos vigente, el Gobierno Central podría recurrir a la emisión de bonos globales en el mercado internacional por cerca de 1,500 millones de dólares. El retiro del Ministerio de Hacienda del mercado de deuda pública durante los últimos meses indica que el mismo se apresta a sustituir el financiamiento presupuestario de emisiones locales en moneda nacional por bonos globales en dólares, o en moneda nacional, en los mercados internacionales, en los que la devaluación esperada y las expectativas o requerimiento de rentabilidad son mucho menores que en el mercado local”. El análisis más elemental demuestra que no hay muchas preguntas que contestar cuando se toman en cuenta los fundamentos operativos de un administrador de deuda pública.

Segundo Tiro El escenario cambió con la colocación de bonos soberanos del pasado día 10 del mes y año en curso, y aunque el análisis del balance de riesgos del panorama macroeconómico sigue mostrando un sesgo hacia un incremento de las tasas de interés, el aumento requerido en la nueva situación podría ser menor que antes de la colocación de los bonos, lo que significa que la prima de riesgo de toda la deuda pública debería descender de manera proporcional. El balance de riesgo del panorama macroeconómico se recompondrá rápidamente con una disminución de las expectativas devaluatorias y con menores rendimientos esperados en los títulos de la deuda pública. Aunque el calentamiento interno que produce el crecimiento por encima del potencial (lo que ha acelerado el crecimiento del crédito bancario en moneda nacional y ha colocado la inflación en un nivel ligeramente por encima del rango medio de la meta), y la fuerte tendencia a la apreciación del dólar que producen los aumentos esperados en las tasas de interés en Estados Unidos, son los dos principales factores que determinan el sesgo alcista de las tasas de interés internas, quizás ahora los mismos deban medirse en términos de fundamentos, y libre de expectativas “desalineadas”.

Tercer Tiro En la última entrega se planteaba que “si la devaluación esperada se revela a través del diferencial de tasas de interés, entonces la magnitud del ajuste requerido y percibido por el mercado también quedaría revelado a través de dicho diferencial. En el pasado mes de junio la devaluación promedio esperada por los inversionistas de los mercados internacionales (definida como la diferencia entre el rendimiento de los títulos de deuda soberana en moneda nacional y extranjera circulando en los mercados internacionales) se desplomó hasta 1.55%, presentando una trayectoria descendente desde la emisión internacional del bono en moneda nacional. Sin embargo, en el caso del mercado doméstico de valores, la misma devaluación esperada, calculada de la misma forma, fue de 4.97%, mientras que la diferencia entre la tasa preferencial para depósitos en pesos y en dólares fue de 4.74%”. Ante esa realidad, nadie en su sano juicio podía esperar que el financiamiento presupuestario se obtuviera en el mercado local.

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