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PASADO Y PRESENTE

Para conocer el 30 de mayo

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

El filósofo marxista Adam Schaff, en su libro “Historia y verdad”, aborda la cuestión de si el historiador, al momento de reconstruir el pasado, es capaz de aprehender los acontecimientos y describirlos de manera objetiva “tal y como ocurrieron”, según el clásico dictamen de Leopold Von Ranke. En efecto, el destacado pensador polaco refiere que: “Al partir de una suma de hechos generalmente admitidos por los historiadores, puesto que están tomados de fuentes seguras... la manera de captar y de presentar el proceso histórico difiere según los historiadores. No sólo porque los hechos que seleccionan y consideran importantes, históricos, difieren de un historiador a otro, sino también porque los historiadores establecen entre esos hechos relaciones diferentes y las explican cada uno de ellos de modo distinto”. De lo anterior se infiere que no es posible representar un episodio histórico específico a través de un discurso narrativo con categoría de versión definitivamente acabada. En la ciencia de la historia, pues, nadie debe proclamar que posee la verdad absoluta respecto de hechos y acciones del pasado, toda vez que solo pueden lograrse aproximaciones a cuanto realmente ha acontecido siempre sobre la base de las diferentes fuentes fiables disponibles durante la operación historiográfica. ¿Significa lo anterior que resulta imposible configurar una historia objetiva y fehaciente acerca del complot político del 30 de mayo? En modo alguno. Los primeros testimonios. La información poco confiable que circuló sobre la muerte de Trujillo, lo mismo dentro que fuera del país, fue la que difundió el gobierno de Ramfis Trujillo, el que se ocupó de ocultar importante documentación acerca de los tiranicidas y sus fines políticos. Luego de publicados los primeros libros de dominicanos vinculados al aparato de la dictadura, a saber, Teodoro Tejada Díaz, “Yo investigué la muerte de Trujillo”, Arturo Espaillat, “Trujillo, anatomía de un dictador” y Rafael Meyreles Soler, “Así mataron a Trujillo”, fue que comenzaron a aflorar los primeros testimonios sobre la conjura provenientes de actores directos en la misma. Hacia 1964 el general Antonio Imbert Barrera concedió una entrevista en la que ofreció importantes revelaciones sobre su participación en el hecho de la avenida. Poco después, Tomás Báez Díaz y Eduardo Antonio García Vásquez, desde el extranjero complementaron públicamente los datos ofrecidos por Imbert Barrera, al tiempo que sugirieron la realización de una suerte de mesa redonda con el fin de que el pueblo dominicano pudiera conocer la verdadera historia del 30 de mayo y sus protagonistas. Sin embargo, transcurrieron poco más de treinta años para que comenzara a perder terreno la campaña de desinformación que contra el 30 de mayo había desatado el oficialismo trujillista. La visión extranjera. Algunos periodistas y escritores norteamericanos abrevaron en fuentes de dudosa fiabilidad, mientras que otros tuvieron acceso a información clasificada del Departamento de Estado. Cabe mencionar al periodista Norman Gall, quien en 1963 publicó un revelador artículo titulado “¿Cómo murió Trujillo?”, en la revista The New Republic; Selden Rodman, autor de una síntesis de la historia dominicana desde la sociedad taína hasta el derrocamiento del gobierno democrático de Juan Bosch; John Bartlow Martin, embajador de Estados Unidos en República Dominicana entre 1962 y febrero de 1964, autor de un voluminoso estudio sobre la crisis dominicana desde la liquidación del trujillato hasta la revolución de 1965; Robert D. Crassweller, quien escribió un penetrante y lúcido enfoque histórico-político sobre la Era de Trujillo; y Bernard Diederich, al que debemos uno de los libros más leídos sobre la desaparición física de Trujillo. La percepción dominicana. Entre 1962 y 1976 los textos de historia patria ni siquiera se referían al 30 de mayo, de modo que varias generaciones de dominicanos emergieron del sistema escolar sin saber casi nada sobre ese acontecimiento. A partir de 1999 las cosas cambiaron, en especial para el mundo académico, pues comenzaron a publicarse documentos y testimonios de sobrevivientes y familiares de los tiranicidas hasta entonces desconocidos. Hoy, por fortuna, disponemos de una amplia bibliografía, bastante confiable, de la cual ofrezco una síntesis, en modo alguno exhaustiva, para los interesados en el tema: Tomás Báez Díaz, “En las garras del terror”; “Relatos de la resistencia”; Josefina Gautier de Álvarez, “Escondido. Mi 30 de mayo”; Luis Salvador Estrella Mueses, “Salvador Estrella S. Del complot a la gloria”; Fernando Amiama Tió, “Ayer, el 30 de mayo y después, vivencias y recuerdos”; Anne Reid Cabral, “Esa última semana”; Miguel Ángel Bissié, “Trujillo y el 30 de mayo. En honor a la verdad. Testimonio”; Eduardo García Michel, “30 de mayo. Trujillo ajusticiado”; José R. Cordero Michel, “Análisis de la Era de Trujillo (Informe sobre la República Dominicana”; Wendy Santana, “Las heroínas no callan”; Mayra Báez de Jiménez, “Si la mar fuera de tinta. Vivencias de una niña tras la caída de la dictadura trujillista” y “4 Poemas heroicos. Un ensayo-un discurso”. Además, Rafael Alburquerque Zayas Bazán, “Años imborrables”; Bernardo Vega, “Kennedy y Trujillo”; “Eisenhower y Trujillo”; Emilio Rodríguez Demorizi, “La muerte de Trujillo según sus autores y los papeles de Ramfis Trujillo”; Víctor Grimaldi, “Tumbaron al Jefe. Los Estados Unidos en el derrocamiento de Trujillo” y “Sangre en el barrio del Jefe”; Miguel Guerrero, “Los últimos días de la Era de Trujillo”: Bernard Diederich, “La muerte del dictador”; y José Rafael Vargas, “El final de una tiranía”. Por el momento, es cuanto...

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