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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Glorificación

En su sabio designio, Dios había concebido al ser humano, antes de crearlo, con una finalidad última: la de glorificarlo a Él; en otras palabras, honrarlo, reconocer sus atributos y su gloria, y exaltarlo y alabarlo por sus perfecciones. De modo que, llegado el momento, el Supremo Hacedor formó a Adán y Eva con la capacidad de conocer Su existencia, poder y naturaleza divina. Pero, en su vanidad, la resultante humanidad ha rehusado darle al Altísimo el lugar que le corresponde y ha pretendido rebajarlo a la condición de una criatura.

Esta no fue la única reacción rebelde. El hombre, en su soberbia obstinada, se ha negado a admitir que todas las cosas buenas que disfruta proceden de Dios. Esto lo ha conducido a la ingratitud y, en consecuencia, a la enemistad con su Creador. La rebelión contra el Omnipotente ha resultado en un retroceso moral y espiritual. La criatura, hecha a semejanza de su Señor, ha preferido seguir sus propios criterios en la búsqueda del sentido y propósito de la vida, se ha propuesto conocer al Todopoderoso mediante su limitada sabiduría, vana e incoherente, en lugar de conocerlo por la fe.

Por ese rechazo de la verdad divina, las tinieblas de la falsedad han tomado el control. La oscuridad espiritual ha cubierto el corazón humano. ¿Resultado? En su desobediencia, el hombre no ha querido glorificar al Dios que le ha creado. Así resume esta actitud el apóstol Pablo: “Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1:21).

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