Partidos y futuro

Los partidos políticos no son propiedad de nadie, aunque aquí eso es pan nuestro, sus dueños son sus miembros, las llamadas bases, que deben elegir a los que deben dirigir y marcar las pautas a seguir.

Las primarias abiertas, por ejemplo, no convienen a quien vive de la política por medio de sus partidos y se alían a los más grandes para mantenerse y ocupar ellos y sus familiares y allegados posiciones públicas.

Desconocer la capacidad de los que trabajan y hacen de la política su razón de ser, para seguir yendo en auxilio de los que han hecho de la misma un modus vivendi, es ir en perjuicio de los partidos y de la democracia misma.

Urge que los dirigentes políticos se reúnan para buscar salidas, no a los negocios privados y familiares de algunos, sino para la existencia de partidos políticos que puedan demostrar su condición real y su vocación democrática.

Es hora de renovar una dirección política sin sustento de votos, y comenzar a reestructurar y fortalecer el instrumento por excelencia para hacer más fuerte la democracia.

No hacer eso sería seguir dando razón y elementos a un país que realmente cree poco en los partidos y no precisamente por ellos mismos, sino por las acciones y presencia de una dirigencia apartada totalmente de las bases y del pueblo, sin más accionar y vocación que seguir viviendo de la política y sus beneficios, ¡mientras al pueblo se lo lleva el diablo!