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PENSANDO

La llamada envidia

El triunfo engendra envidia cuando se camina hacia metas que nos fortalecen profesionalmente, y en la misma forma observamos caer a los mercenarios de la codicia. No hay manera de que puedan abandonar sus vanidades, se mantienen alimentando un ego que solo encuentra fertilidad en sí mismos, porque son el resultado de sus propias manipulaciones para sustentar sus apetencias. Se ven agotados en la apariencia que acrecenta su falsedad para aparentar un protagonismo que no los representa. La mejor medicina con que mitigamos sus carencias es la piedad que le tenemos conociendo de sus falsos honores, cuando sus títulos y su grandeza suscitan la indignación. Si te ofrecen esa misma fortuna que creen poseer al mismo precio, ten la sabiduría de rehusarla despojándote de ese traje, no así de la ropa interior. El verdadero valor de las cosas no tiene precio porque el que tiene honor no puede envidiar a costa de él. Siempre debemos pensar cómo lo hacemos porque las cosas buenas, cuando caen en manos de quien las merece, deben ser motivo de regocijo, porque la virtud se nutre en la prosperidad del virtuoso. Cuando sentimos felicidad con la felicidad de los demás, aumenta la nuestra. Identificar la envidia en el entorno que nos rodea es un gran paso para fortalecer nuestros propósitos, porque frente a este sentimiento de incapacidad y mediocridad, debemos sentirnos seguros de que no pueden competir en la carrera frente al talento que no poseen. La manipulación malsana es su instrumento preferido, pero la creatividad es la virtud que los limita en sus vanos esfuerzos de conquista. El periodista que vende sus principios en los mercados y se refugia en la falsía, es como el buitre voraz que se harta de sus propias miserias. En cambio, el servidor público que se dedica y ama al pueblo proporcionándole bienestar y prosperidad, recibe la bendición en los campos fértiles de la nación; así como el pensador profundo que al escudriñar su yo interior, elimina lo que es inútil, gastado y malo, para quedarse únicamente con lo que es útil y bueno. ¡Oh envidia que vagas en las profundidades del dolor humano, a ti agradecemos una vida llena de realizaciones y la coherencia para afianzar nuestros propósitos!

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