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Mi rosario

Roma es además de bella, histórica y embriagante, una de las ciudades de la vieja Europa con más similitudes con la capital dominicana, no por la infraestructura y el peso histórico cultural, destinos entre los cuales hay una considerable diferencia, sino por algunos modelos de mal comportamiento de sus habitantes, sobre todo en lo relativo al tránsito y el cuidado de sus espacio públicos.

Pero por obra y gracia de la unión de buenas intenciones y con la ayuda de las redes sociales, surge “Retake Roma”. Su meta se resume en la frase “Wake up, speak up, clean up!” ¡Reacciona, difunde y limpia! Los vecinos se hartaron de las paredes embadurnadas por “desconocidos”, pues armados de pintura, detergente y voluntad, limpian sus espacios.Aquí ese empoderamiento aun no ocurre, y por el contrario, cada habitante es parte del problema, como consecuencia la ciudad se nos pierde, se nos va en medio del ejercicio de una ciudadanía irresponsable y de una autoridad indolente.

Apenas ha cumplido 516 años y Santo Domingo de Guzmán es cada vez más privada. De la frontera entre la plaza comercial, las calles, el restaurante y casas particulares, prácticamente queda nada, porque las aceras son los parqueos o el escaparate por excelencia de forma ocasional o permanente.

Santo Domingo de Guzmán es insegura, pero no solo por la amenaza de la delincuencia sino por las pocas garantías que tiene el peatón, con alguna discapacidad o no, al momento de arriesgarse a usar el espacio que le corresponde. ¿Una muestra? Mire en este momento en su entorno, sin importar en qué punto de la ciudad se encuentre, y sin duda verá varios botones. Es que el caos y el desorden se aprecia en cualquier rincón capitalino, sea un lujoso restaurante o tienda, ubicada en el polígono central, o el triciclero, la paletera o el vendedor de ropas que opera en la zona más deprimida económicamente de la ciudad. Hoy tenemos que sobrevivir en una villa que se vende y alquila en cada esquina sin observar el más mínimo sentido de la estética y el respeto.

Desconozco qué niveles de prioridad tiene para el alcalde, los regidores y el Intrant lograr que cada vehículo esté estacionado o cada letrero colocado en la zona habilitada con ese fin, lo cierto es que la práctica ha demostrado que armar la ciudad, hacerla posible habitable, es una utopía.

La realidad que nos desenmascara es que 104.4 kilómetros cuadrados están siendo convertidos, por quienes se supone les deben cuidar con celo rabioso, en un espacio agresivo, irrespetado, que envejece triste. Más que dinero, se necesita gerencia y voluntad, “Retake Santo Domingo”.

La autora es periodista

anrosarior@gmail.com

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