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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

El Chory

La Iglesia estaba llena de muchachos, como de costumbre. Al concluir la celebración litúrgica, llegó el momento para hacerle un reconocimiento de parte del Oratorio Don Bosco a quien, para ese año 1982, participaba en su último partido como bateador emergente con los Dodgers de Los Ángeles.

Sus palabras sencillas, pronunciadas con el corazón fueron las mismas que hace poco repitió, después de una historia de éxito como pelotero: YO SOY SALESIANO, SOY UN HIJO DE DON BOSCO.

Es que este oratoriano, crecido a la sombra de Don Bosco a mitad de los años cincuenta, pudo gustar de niño y adolescente la sabrosa miel que endulza los patios salesianos, siempre abiertos a la juventud. Y, Manuel Rafael Mota Gerónimo (Manny o El Chory), sigue siendo agradecido, como lo estamos quienes hemos podido formarnos al amparo de la educación salesiana.

Es el mismo espíritu salesiano el que lleva al Chory a valorar su hermosa familia, levantada junto a su esposa Margarita, a la que está unido en indisoluble matrimonio desde el año 1963 y que ha hecho de su hogar una escuela de formación en valores con los que ha enseñado a sus hijos el arte de andar por el camino apropiado. Este ejemplo familiar para el mundo frágil de hoy significa un testimonio singular.

Se podría decir que El Chory asimiló con tan buenos resultados el espíritu oratoriano de Don Bosco, que lo reprodujo primero en su propia familia, con los ocho hijos que el Señor le regaló y los cuatro más que adoptó. “A todos ellos les inculcamos que sean humildes y que traten a todo el mundo como ellos quieren ser tratados, con respeto, consideración, dignidadÖ como seres humanos”, -afirma Manny Mota-.

Más aún, proyectó la experiencia oratoriana vivida, dedicando parte de su tiempo y recursos a ofrecer una oportunidad a niños y adolescentes pobres para educarse y promoverse, especialmente en la disciplina del baseball, a través de la Fundación que lleva su nombre. “No nos gusta hacer mucha publicidad sobre las obras que hacemos, porque lo importante es que lo sepa papá Dios”, dice el Chory.

Se hizo parte de su vida la expresión de Don Bosco: “Me basta que sean jóvenes para amarlos.” Y su vida como profesional de la pelota se convirtió así en un ejemplo de servicio a la juventud, al estilo salesiano.

Quienes compartimos la experiencia salesiana en el Oratorio Don Bosco de Santo Domingo, aprendimos a amar a la juventud. Lo aprendimos de maestros que fueron luz en nuestras vidas, como los salesianos Andrés Németh y Ernesto Busón, Enrique Mellano; así como los catequistas Mario y Julio Flaz, José Lara, y tantos otros que hicieron historia de bien a favor de la juventud dominicana.

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