La sorprendente historia de La Pataria

Si usted sigue el hilo de estos artículos: ¡estamos volviendo atrás para comprender mejor! La primera oleada de movimientos de protesta surge a principios del siglo XI. Aquí hoy se ubica la Pataria. Contemporáneo de otros movimientos urbanos comunales del norte de Italia, encarnó muchos de los ideales que luego distinguirían el movimiento reformista de Gregorio VII (1073 a 1085). Los orígenes se remontan al diácono Arialdo y el notario Landolfo Cotta, de la Arquidiócesis de Milán, hacia el año 1057. Era un movimiento popular compuesto por mucha gente pobre. La palabra “pataria”, Bonizo de Sutri la hacía derivar del latín “panus”, una vestidura larga, y la traducía por “chusma andrajosa”. Eran cristianos hartos de un clero que comerciaba con las cosas santas y no guardaba la castidad propia de su estado. Los patarinos llegarían a saquear las iglesias regidas por curas indignos o les declaraban huelgas litúrgicas. ¡Con las iglesias vacías, no podía administrar los sacramentos!

El arzobispo de Milán, Guido de Velate, cuya elección fue comprada, se las amañó para que los líderes de la pataria, Arialdo y Landolfo fueran excomulgados. Pudieron argumentar contra Landolfo que su oficio no le autorizaba el predicar. Pero la pataria también contaba con un grupo de sacerdotes simpatizantes. Toda esta situación debía ser investigada por los legados designados por Roma, Anselmo de Baggio (más tarde sería el papa Alejandro II), Hildebrando (llegaría a ser Gregorio VII) y San Pedro Damián, tres eclesiásticos intachables. Examinado todo el asunto, ¡los delegados se pusieron de parte de los patarinos! Todavía el arzobispo Guido refirió todo el asunto al Emperador y su Corte tuvo que ir donde Anselmo de Baggio, quien pudo aprovechar la oportunidad para dar a conocer en Alemania las ideas de la Pataria. Fue el emperador Enrique III quien más tarde propondría a Anselmo para la sede de Lucca.

El papa Esteban IX les levantó la excomunión a los patarinos, pero al fallecer en el 1058 parecía haber regalado la victoria a los opositores a la reforma del clero, encabezados por un grupito de nobles y clérigos del milanesado. Sabiéndose enfermo, Esteban le había hecho prometer a sus cardenales que no eligieran sucesor sin la presencia de Hildebrando, entonces en misión en Alemania. El primer ‘round’ lo ganó la anti reforma eligiendo irregularmente al papa Benedicto X de la familia Túsculo, pero su papado duraría unos meses, desde abril 1058 a diciembre de ese mismo año, cuando Nicolás II fuera electo papa y entronizado con el apoyo de las tropas del Duque de Lorena y Toscana. Benedicto X fue juzgado y depuesto. Su viejo enemigo Hildebrando, siendo Gregorio VII, le enterraría con honores.

En tiempos de Nicolás II (1059-1061), el obispo Guido, electo irregularmente y su clero se sometieron. Guido aceptó el anillo de manos del Papa Nicolás II. Fue también Nicolás II quien, a propuesta del Emperador Enrique III, nombró obispo de Lucca a su legado Anselmo de Baggio, que le sucedería como papa con el nombre de Alejandro II (1061-1073). En el 1067 Alejandro II condenó las acciones violentas de la pataria. Muerto el arzobispo Guido, el Emperador alemán Enrique IV impuso como obispo su candidato, en el 1072. Los patarinos, apoyaron el candidato de Gregorio VII, esto dio origen a la ya estudiada querella de las investiduras. Se suponía que el 1096, en tiempos de Urbano II, todos estos conflictos hubiesen terminado, pero el ala radical patarina pervivió amalgamada con otros movimientos similares como los llamados “pobres”, los cátaros y valdenses, todos condenados en el 1079 por el III Concilio de Letrán. Consideremos ahora algunos herejes y movimientos concretos. (Diccionario Enciclopédico de historia de la Iglesia II; Kelly, 1986, The Oxford Diccionary of popes y la Enciclopedia Católica).

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do