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EL BULEVAR DE LA VIDA

Máximo Gómez: “El Napoleón de las guerrillas” sin Waterloo

“Y LA INGRATITUD PROBABLE DE LOS HOMBRES”.- Durante la dictadura trujillista, poco casi nada se hablaba del libertador de Cuba en el país, de aquel banilejo invicto generalísimo, cuyas estrategias militares aún hoy se estudian en todas las academias, desde Taipéi a Moscú, de París a Washington o Pekín. A ese gigante de cuerpo tan menudo, visitó José Martí en su retiro de Monte Cristi para ofrecerle la jefatura del Ejército Libertador. Pero quiso ser sincero el apóstol y le advirtió que, como pago a su obra, “no tenía más que ofrecerle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”, a lo que sin dudar respondió el hijo de Baní: “Todo por Cuba”. Y de sus brazos, su liderazgo y su machete, el del Titán de Bronce, Antonio Maceo, y el de mil “cadáveres amados los que un día”, de todo, como un mar de héroes nació la liberación de Cuba. “Cuba y Puerto Rico son de pájaro las dos alas”, dijo Martí, antes de nacer, añadió Juan Bosch: “... y Santo Domingo el corazón”.

“... PERO SIN WATERLOO”.- Llegada la democracia a República Dominicana en 1978, como a Cuba el socialismo en 1961, el agradecimiento eterno del pueblo cubano se vio opacado por los malos juegos de la guerra fría. Incluso, el hecho de que fuera Juan Bosch, creador del PRD y luego del PLD, enfrentado hasta 1996 al Dr. Balaguer, el gran divulgador de la obra e importancia histórica de Gómez, dio al personaje un sentido ideológico que no tenía. El banilejo era “solo” el generalísimo libertador de Cuba, y todo antes de que el imperio fuera imperio. Pero así fue. Ese tufo politiquero, los designios terribles de la guerra fría, ya dije, es lo único que puede explicar que habiendo gobernado el PRD y el PLD 38 de los últimos 40 años, todavía hoy la provincia Peravia o Pravia ¿? no lleve el nombre del más ilustre banilejo, del invicto generalísimo, “Napoleón de las Guerrillas”, pero sin Waterloo.

EL PROFESOR MCKINNEY Y LOS DOS GENERALÍSIMOS.- A Máximo Gómez, la fundación que en Baní lleva su nombre, rindió homenaje el pasado sábado al cumplirse (el domingo 17) el 113 aniversario de su fallecimiento. Y lo hizo, reconociendo a personalidades e instituciones han sido responsables de mantener y divulgar la obra, vida y pensamiento de Gómez. El profesor Leonel Fernández en su gobierno restableció relaciones diplomáticas con Cuba; el presidente Danilo Medina se ha preocupado y ocupado para que el trabajo de la Fundación continúe; y los profesores Euclides Gutiérrez Félix y Emilio Cordero Michel, en su condición de historiadores han sido estudiosos divulgadores de la obra del generalísimo. Por último, fue reconocido el profesor Carlos McKinney (el más terco, insistente y osado y atrevido divulgador -durante toda su vida de 94 años- de la obra de Máximo Gómez. Al profesor, ni siquiera la dictadura pudo impedirle que cada 18 de noviembre, natalicio del libertador, los estudiantes de “su” escuela, Máximo Gómez, supieran que existió en el país otro generalísimo que no era el sátrapa, sino otro de gratitud, dignidad y decoro. Muchos obstáculos hubo de superar el profesor McKinney para cada 18 de noviembre, en plena dictadura, sacar a marchar a “sus” estudiantes por todo el pueblo hasta la casa del generalísimo, donde se leía la vida y obra de éste, y el mismo profesor dedicaba sus poemas y los de otros al más ilustre de todos los banilejos, ay dije. Por ese trabajo, durante la dictadura, entre todas las provincias del país, sólo Baní tuvo siempre dos generalísimos. Uno de la tiranía, otro de la libertad.

“MUERTOS QUE VAN SUBIENDO...”.- Gracias a la Fundación Máximo Gómez por su trabajo. Gracias, por entender que los pueblos necesitan de sus héroes, de sus mitos y leyendas: La leyenda cierta de Máximo Gómez, el generalísimo libertador que, lograda su hazaña, abandonó todas las posiciones, riquezas y reconocimientos con que el agradecido pueblo cubano quiso siempre reconocerle. Quizás porque nunca olvidó lo que en su casa de Monte Cristi le había ofrecido el apóstol a cambio de liberar a su pueblo: “El placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”. Ay, profesor, cuánta razón tienen siempre los poetas en sus nostalgias: “Hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja”. Manuel del Cabral.

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