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ORLANDO DICE

Castigo en el PLD

DALE CON EL OLVIDO.- Llevo tiempo recordando que en el PLD no se aplican muchas resoluciones de su congreso que fueron incluidas como normas internas. Primero se dejaban sobre la mesa; segundo, se aplazaban a la espera de decisiones de carácter nacional (como la Ley de Partidos, por ejemplo), y ahora se dice --como lo más natural-- que no pueden castigarse las inconductas de dirigentes o de miembros porque no existe un tribunal de ética y disciplina. El castigo aparece en letra, pero no en práctica. No hay que ser agudo para entender la situación, para conocer la razón de ese retraimiento. No proceder entre sí. Los peledeístas no tienen justicia porque se tienen miedo. Temen que perseguirse y sancionarse sería un remedio peor que la enfermedad. El tema pasó por el Comité Político, e igual por el Comité Central, pero como tramitación, y no porque se quisiera dar ejemplos, asumir consecuencias. La falla se conocía, pero se advirtió la gravedad cuando en una consulta de rutina hubo muertos, o se determinaron responsabilidades y quedaron pendientes las penas. Sin duda que la impotencia lleva a la resignación...

COMO PING PONG.- El tema de la disciplina entra y sale del Comité Político en las ocasiones que alguno de sus integrantes se va de boca en los medios, creando situaciones de conflicto, riesgo y peligro. Incluso se conoce el caso de un CP que es reincidente, y no solo por temperamento, sino porque se sabe indemne. La reconvención va y viene, pero la sanción “¿pa’ cuándo? ”. La última vez que se trató el asunto de la disciplina fue en relación a comentaristas de radio y televisión que son dirigentes del partido, pero que se manejan con más independencia que los profesionales o que utilizan los medios para socavar política y moralmente a sus adversarios internos. Se dieron nombres, y cada bando atacó o defendió a propios y ajenos, pero todo quedó en un ejercicio inútil o muy aéreo, como los sabios de Bizancio. Si eso fue en esa ocasión, habría que preguntarse ahora en que las luchas entre peledeístas se libran abiertamente y ninguna de las partes guarda la compostura. En determinadas circunstancias la disciplina se va de vacaciones, pero en otras esa misma disciplina se constituye en soldado y combate con lealtad al ejército que corresponda. En este caso el mal de todos, más que consuelo, situación irremediable. Ninguno puede hablar, pues los peledeístas, cuando se quitan la careta, como en los gatos de noche: todos pardos...

LÍMITE DE CAPACIDAD.- Esta situación da la impresión de que el PLD llegó al límite de su capacidad. La ética y la disciplina un tema de congreso, una resolución aprobada por ese mismo congreso, un reglamento sancionado por el Comité Central, y sin embargo, no existe un tribunal que juzgue y condene de acuerdo a la ética y la disciplina del partido. No hay manera de que nombre una unidad que se encargue de ese trabajo y que deberá hacerlo en diferentes instancias. A cada nivel, en cada lugar, y la mayor de carácter nacional. Eso sería lo nuevo, pero tampoco funciona lo viejo. Ahora recuerdo que cuando unos peledeístas hicieron causa común con Hipólito Mejía, el Comité Político se ocupó del caso y expulsó a esos compañeros. En los tiempos de Juan Bosch, el que la hacía. Ahí mismito la pagaba; o se iba o lo echaban. Y entonces eran cuestiones ideológicas, políticas, de coyuntura. Se violaban principios, no se defraudaba el Estado. Bosch, sin duda, hace falta, pero no en el sentido que le encaran los oponentes, sino en cuanto a aplicar las normas establecidas. Era la ley, era la batuta, era la Constitución, sobre todo era oposición, no gobierno, pero se evitaba el escándalo y dirigentes y miembros se cuidaban de no provocar su ira. Andaban pianito...

DESDE QUE SE INVENTARONÖ .- El tribunal de ética y disciplina no se integra porque los organismos del partido no se reúnen, en particular los de más alto nivel: los comités Político y Central. Al Comité Político no lo convocan porque hay más conflictos pendientes que consensos posibles. Al comité Central no se le cita porque se teme que tome vida propia y haga o deshaga. Además, ¿cómo organizar tribunales en un partido que adolece de árbitros, en que cada dirigente o miembro se reconoce o declara su parcialidad? ¿Van a dejar los leonelistas que los danilistas conformen o presidan esas unidades de juzgamiento, de ética y de disciplina? ¿o viceversa? Ninguno de los bandos va a permitir que el adversario afile cuchilla para su garganta. Puede verse entonces que entre Danilo Medina y Leonel Fernández hay mucho más que la discrepancia de primarias. Esa es la excusa, la mampara. El problema es de control, de dominio. Y si no buscan entendimiento cuando lo que se pone en juego son modalidades, maneras de hacer política dentro o fuera del partido, hay que suponerse si de por medio estuvieran seguidores con apuros judiciales. Todo se consiente menos afectar a sus ahijados, a sus patrocinados. Más que líderes son padrinos, y se sabe que el padrino va después del padre, y a falta, por razones de sacramento, lo sustituye...

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