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No es epidemia, es de la varicela la estación

La varicela llega con la primavera. También se arrastra hasta nosotros en los días de invierno. Son sus fechas predilectas. Para ir tras ella, hay que anotarlas.

El fin de la primavera de este 2018 trajo cambios en las autoridades de salud. Casi cerrando, amenaza y vapulea, ondeando el incremento estacional de los casos de varicela.

En el pico que experimenta la enfermedad en el período vienen a medrar actitudes sensacionalistas en algunos diarios. ¡Es epidemia, voceferan! Ojalá estén ausentes esos sempiternos deseos de producir avalanchas y “detutanes”. En salud pública, el ministro siquiera ha podido calentar la silla.

—¿Hay deseos de “detutanar” tan pronto al nuevo ministro de salud?—, pregunto al ver la corredera de gente, apresurada, rumiando bajo el terror: ¡Me quedan dos, sólo me quedan dos!

Ataque por lo bajo que esperamos no exista. Lo sugiere, sin embargo, el tono sensacionalista. Medios que ni por asomo se acercaron a la web, ni acudieron a Google para inquirir por una frase solitaria y simple: “periodo estacional de la varicela”. Al ser cuestionado, así refirió el ministro la situación generada por 883 casos nuevos de contagio ocurridos recientemente.

Todo diario ansía titulares que lo vendan por lo grande. Las audiencias en Internet son retadoras. Cuando se las añora, ¿se persigue informar o alimentar al circo romano de las “lecturías”?

¿A costa o a cambio de qué?

¿Del desprestigio propio? Demostrado está que a eso lleva el sensacionalismo en periodismo, la falsa información. La irrupción de medios hacia arriba no es permanente, es frágil la exposición, hoy.

¿Legitima el código del ejercicio de informar la necesidad de asirse a una palabra, ni siquiera frase, para dimensionarla hasta sus niveles más espurios y blandirla de forma soez?

Una palabra. Y está ahí. Sí. Se sabe. Aislada. Como gesto de apoyo, carácter de una exclamación; simple amuleto de resguardo del decir; respiro a lo largo de cuya exhalación se escaneaba el aire pretendiendo encontrar el tiempo inexistente del que depende la oportunidad de coordinar las ideas, articular el discurso, especialmente ante ese aluvión problematizado de micrófonos que increpa al gobierno por más salud cuando un nuevo ministro empieza recorrerlo como faquir, descalzo sobre el fuego y los clavos de esta ruta de décadas, por tantas gestiones y actores dejada yerma y atrás...

Es como está la palabra. Cuando al parecer pocos acompañan a la gente en su querencia de soluciones. Está como búsqueda de aliento. Sí, ella está ahí. Y así está. Solitaria. ¿Esa presencia suya da acaso motivo para tomarla cual idea total, expresión ampliada de un concepto, revelación de tendencia, gráfica sonora de alguna realidad? Ella no fue contenido definitivo ni declaración, no estableció ruta ni estatuto. Y aún así, fue entronizada. En medio del podio, de las audiencias, acontecer.

Lo que sigue a ella es la verdad. Sí, no hay epidemia de varicela. Pero, ¿habrá gente impulsada por qué tipo de vendedores? ¿Acicateada por qué flujo desesperado de llevar gente a los servicios de salud? La asistencia médica suple necesidades. Si la necesidad no existe en las dimensiones informadas, ¿habrá que crear esa oportunidad? ¿Es la prensa la llamada a crearla? ¿Es la prensa mercadeo inverso?

En Colombia, ante la alarma por el incremento estacionario de varicela, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) advirtió del verdadero peligro: una vacuna trucada contra la varicela. Hace apenas un mes. Tras humos parecidos, ingresó al mercado, camuflada.

Es a lo que lleva el sensacionalismo informativo en salud. Al pánico. Y este, al desborde de los servicios en países donde el financiamiento a la salud debe incidir más sobre su calidad.

El sensacionalismo en salud incrementa el riesgo de muchas cosas; hace que la gente gaste lo que no posee; incrementa las posibilidades de que medicamentos falsos o inservibles ingresen al mercado y disminuye las posibilidades de detectarlos por su arribo en aluvión. ¿Es lo que debe promover el periodismo? ¿Hay actores en el sistema urgidos de “enfermos” que incrementen su rentabilidad?

El Ministro de Salud Rafael Sánchez Cárdenas hizo bien en negar la existencia de un brote de varicela porque, técnicamente, no lo hay. Pese al incremento de casos. En las últimas 4 semanas se registraron 3,316, pero en igual período del 2017 la cifra fue 2998: hoy es 14% más y, aún así, es una variación “no significativa”, según la Digepi.

Salud Pública trabaja para reducir ese índice, igual no perderá de vista las mortalidades infantil y materna, ha dicho el ministro. Esta última vuelve a crecer. La colaboración mediática con la gente está en llevar más información sobre las enfermedades episódicas, cuándo aumentan sus posibilidades de atacar y los riesgos de contraerlas, educar sobre sus características. Sin embargo, ¿informar es asustar? A menos de 7 días de que el ministro aspirara a información veraz. ¿Fue acaso una respuesta?

Informar. Edificar. Roles loables del diarismo ético y centrado. ¿No es mejor decir: Oigan, llega la primavera, con las flores vendrá la varicela, pongan atención? Y repetirlo en vísperas del invierno.

Igual con los mosquitos, en verano. Pregonar desde ahora: Señores, en julio celebran fiestas los mosquitos. Vienen a contagiar. Ojo, a comprar mosquiteros, pongan atención y repelentes.

El periodismo socialmente orientado canaliza informaciones que incrementan las posibilidades de mitigar riesgos, de más y mejor salud, de una mejor convivencia, de una vida mejor.

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