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VIVENCIAS

Perdón y corrupción

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

El tema de la corrupción ha sido afrontado tantas veces por el Papa Francisco que parecería que casi tiene una obsesión con este desafortunado comportamiento.

He citado varias veces en distintos artículos el criterio del Papa Francisco que la corrupción es un mal más grande que el pecado. A su consideración el asunto de la corrupción es un “proceso de muerte” tan habitual en la sociedad que desborda toda capacidad de asombro.

Es catalogada la corrupción como un proceso de muerte porque cuando la vida muere, entra ella con más fuerza. Refiere el Papa que cuando se abre una brecha en un corazón corrupto, esta persona vive del “oportunismo lo que es peor cae en el descaro de hacerse una máscara de hombre honesto”.

Pero el corrupto, explica el Papa, tiene unas características: a) No aceptar la crítica y descalifica a quien la hace, buscando disminuir su autoridad moral incluso con insultos; b) Se cree un vencedor y en un ambiente de triunfalismo “se pavonea para menospreciar a los otros”; c) No conoce la hermandad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad; d) No percibe la corrupción.

Es correcta la apreciación del Papa Francisco que la corrupción es un mal más grande que el pecado, y se advierte porque el corrupto no puede salir de su “estado a través de su conciencia”. La corrupción es un flagelo dice, que se ha enraizado de tal manera que es habitual en transacciones comerciales y contrataciones públicas; siendo la “victoria de la apariencia sobre la realidad y de la desfachatez impúdica sobre la discreción honorable”.

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